domingo, 6 de marzo de 2011

Un paseo con Borges



Hoy salí a caminar con Borges
Fe un paseo atemporal,
sin guías, sin memorias.

Avanzábamos con la lentitud
que los límites de su ceguera le imponían.

Por Defensa hacia el Parque Lezama.
San Telmo es el mismo de siempre
o ha cambiado.

Voy a su lado,
esperando que me ilumine
con algún pensamiento
surgido de ese ir, juntos.

Avanzo con la carga de los libros
que ha leído y que no leeré.
Con la carga de haber escrito tres novelas,
género que él omitió incursionar.

Nos detuvimos un momento.
Caminar me agota, dijo.

Entonces lo imaginé
de pié y recibiendo
la fresca brisa del Ródano en la cara,
o contemplando, en un claro del bosque,
la espada que supo ser de Snorry Sturluson,
( Sturla tiene unos de sus orígenes
en este guerrero y poeta, de él se mezcla,
se combina, se deriva...)

Hoy salí a caminar con el Maestro Borges.

Fue un paseo
sin saber quién guiaba a quién:
si Él con la ceguera de sus ojos
si yo con la oscuridad de mi ignorancia.

Avanzábamos y lo imaginé
oyendo historias de compadritos y de malevos,
o contemplando, ensimismado,
la pluma que usó el gran Sarmiento
para escribir su Facundo
en el exilio trasandino.

Avanzamos en un paseo que no cesa,
y pensé que tenemos al menos
tres coincidencias:

los dos nacimos en esta parte del globo,
los dos amamos el objeto llamado libro,
los dos hemos "cometido el peor pecado
que un hombre puede cometer:
no haber sido feliz".

El paseo llega a su fin sin terminarse.

No espere que yo lo ilumine,
me dice -como intuyendo-,
para eso esta mi obra.

Jorge Luis Borges se pierde
en la bruma del Parque
y yo me quedo agradecido
de haber hecho un paseo
con este erudito, grandísimo, universal "escritor sudamericano".


Bar El Federal.
Carlos Calvo esquina Perú. San Telmo, 6 de Marzo del 2011.

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