viernes, 30 de septiembre de 2011

Emily Dickinson: ¿"En dónde está el lugar llamado mañana"? Tres poemas.




¿Habrá realmente un mañana?
¿Habrá una cosa semejante al día?
¿Podría verlo desde las montañas
si yo fuese tan alta como ellas?

¿Tiene pies las Ninfeas?
¿Tiene plumas como un pájaro?
¿Lo traen de países célebres
de los que nunca oí hablar?

¡Erudito! ¡Marinero!
¡Hombre sabio del cielo!
¡Por favor vengan a decir a un pequeño peregrino
en dónde está el lugar llamado mañana!

c. 1859


Yo era lo más insignificante de la casa
--tomé el cuarto más chico--
a la noche mi pequeña linterna, un libro
y un geranio.

Así apostada podía recoger la menta
que nunca dejó de caer
--y mi canasta--
dejadme pensar
estoy segura que esto fue todo.

Nunca hablé --a menos que me hablaran--
luego todo fue breve y mudo
--no podía vivir-- en alta voz,
me avergonzaba el bullicio.

Y si no hubiera sido tan lejos
--si alguien que conozco se hubiera ido--
con frecuencia pensaba que desapercibida
--podía morir--

c.1862


Mi vida murió dos veces antes de morir
y aún queda por ver
si la inmortalidad revela
un tercer evento para mí

tan inmenso, tan desesperanzado de concebir
como éstos que dos veces acontecieron.

Partir es todo lo que necesitamos del cielo,
y todo lo que necesitamos del infierno.

c. 1883 ¿?

NOTA. Tomado de POEMAS, de Emily Dickinson.
Selección y traducción de Silvina Ocampo. Prólogo de Jorge Luis Borges.
Tusquets Editores. Buenos Aires, 1985. Colección Marginales.

sábado, 24 de septiembre de 2011

CINCO HAIKUS MÍOS, de padres, cacerías, trampas, soledades y estrellas.




Mi padre cazaba animales y los cocinaba.
Me quedan esos sabores.
Y el sinsabor del abrazo que nunca me dio.

···········

Mi padre trabajaba con el hacha.
Talaba por necesidad y para distraerse.
Tanto se distrajo y se nos anegó el valle.

···········

Mi padre salía a cazar mujeres.
Yo me quedaba inventando compañías.
Una noche no volvió y no supe cómo salir de esta trampera.

···········

Mi padre cazaba animales y mujeres. Y talaba árboles.
Yo era pequeño, crecía y me hacía más débil.
Lo esperaba, inmóvil, y miraba las estrellas.

···········

No salgo a cazar ciervos.
Huyo de vientos grises.
Quisiera tener la piel más dura.

···········

Rafael Sturla. San Telmo. Distrito Federal. Septiembre del 2011.

sábado, 17 de septiembre de 2011

OLGA OROZCO: "Les jeux sont faits (Las obras se hacen)".




LES JEUX SONT FAITS
(De Con esta boca en este mundo, 1994)

¡Tanto esplendor en este día!
¡Tanto esplendor inútil, vacío, traicionado!
¿Y quién te dijo acaso que vendrían por ti
días dorados en años venideros?
Días que dicen sí, como luces que zumban,
como lluvias sagradas.
¿Acaso bajó el ángel a prometerte un venturoso exilio?
Tal vez hasta pensaste que las aguas lavaban los guijarros
para que murmuraran tu nombre por las playas,
que a tu paso florecerían porque sí las retamas
y las frases ardientes velarían insomnes en tu honor.
Nada me atrae el día.
No hay nada que me aguarde más allá del final de la alameda.
El tiempo se hizo muro y no puedo volver.
Aunque ahora supiera dónde perdí las llaves y confundí las puertas
o si fui solamente que me distrajo el vuelo de algún pájaro,
por un instante, apenas, y tal vez ni siquiera,
no puedo reclamar entre los muertos.

Todo lo que recuerda mi boca fue borrado de la memoria de otra boca;
se alojó en nuestro abrazo la ceniza, se nos precipitó la lejanía,
y soy como la sobreviviente pompeyana
separada por siglos del amante sepultado en la piedra.
Y de pronto este día que fulgura
como un negro telón partido por un tajo, desde ayer, desde nunca.

¡Tanto esplendor y tanto desamparo!
Sé que la luz delata los territorios de la sombra y vigila en suspenso,
y que la oscuridad exalta el fuego y se arrodilla en los rincones.

Pero, ¿cuál de las dos labra el legítimo derecho de la trama?
Ah, no se trata de triunfo, de aceptación ni de sometimiento.
Yo me pregunto entonces:
más tarde o más temprano, mirado desde arriba,
¿cuál es el recuento final, el verdadero, intocable destino?
¿El que quise y no fue?, ¿el que no quise y fue?

Madre, madre,
vuelve a erigir la casa y bordemos la historia.
Vuelve a contar mi vida.


Oo-----o---o-o---o-----oO


Tomado de, RELÁMAPAGO DE LO INVISIBLE (Antología), de OLGA OROZCO.
Fondo de Cultura Económica de Argentina. Buenos Aires, 1997.

sábado, 10 de septiembre de 2011

LEÓN ROZITCHNER: Un largo, necesario y doloroso poema que busca decirse.



A una semana del adiós del Filósofo comparto este extenso poema: para que el mismo hable a quien lo quiera oír y para ser escogido por el don de serlo. Que no piense, quien lo lea en toda su extensión, que lo que se cuenta queda en la vida privada de tres personas porque los dolores que los tocan --que les tocaron vivir-- fue tal vez la más triste, dolorosa y avergonzante página de todas las aberraciones cometidas durante la Dictadura de los GENOCIDAS, liderados por videla, agosti, massera (sí, en minúsculas) y compañía: ¿quién de nosotros --los que interrogamos esa barbárie vernácula, cada uno a su modo y con sus limitaciones y posibilidades-- olvida los "vuelos de la muerte"?

(Dos veces aparece el término Kadish: es la Oración que pronuncian los judíos --los judíos creyentes, claro...-- en homenaje a personas que amaron con una intensidad excepcional).

DEDICATORIA FINAL

Creo que me duele mucho y por eso no puedo.
Tengo que ir a buscar a mano mis recuerdos
más allá de la pantalla y del teclado,
horadar con mi mano labradora
abriendo un hueco en la tierra de mi cuerpo y mi pasado
para encontrar ese fruto escondido y temido en tu cara/judía
lejos de una patria que no dejaste nunca.

Me duele ese pasado y por eso no podía escribirte.
Hay cosas que nos unen pero no podían ser dichas.
Abro mi computadora donde leo: "Carta a León Sigal",
17 de abril de 1996, pero no hay nada escrito.
Fue despuésde verte en París que quise hacerlo.
No la escribí nunca.
Está vacío, sólo el ancho espacio en blanco.
Debo escribirla ahora para decirte algo,
de tu pasado pluscuamperfecto a mi futuro imperfecto.
Me atrevo quizás porque estás muerto.

Debo soportar entonces ver de nuevo
lo que más nos unió y nos separaba,
la mujer cuyo amor compartimos
y que se sumergió en el mar,
arrojada viva
desde un avión de la Marina.
Y allí debo ir a buscarte para encontrarte de nuevo.
aparecés junto a ella al evocarte
y por eso creo qu no puedo.
Encontraría su muerte al evocar la tuya.

Yo la quería y te quería.
Lloro por vos
lloro por ella
lloro por mí,
desaparecidos dispersos por el mundo.
Lloró también tu corazon
que se quebró en Francia de dolores escondidos,
quizás como al mío lo cerró un espasmo doloroso
en la esquina de Saint Germain y Saint Jacques,
donde los encontré de pronto una tarde juntos.
Éramos muchos santos juntos.
Lloro por tu corazón que sangraba como el mío
y que no pudimos nunca hablar de ella,
¿qué podíamos decirnos si callábamos tanto?

Yo escribí "Ser judío"
pero sólo vos lo eras.
Tu cara traía guiños y arrugas del pasado
engranados como los relojes que tu padre arregalaba,
en la mirada perdedora y triste de tus ojos claros
mientras disimulabas una lánguida cojera.
Desde ella un niño callado sabiamente espiando nos/sobraba
desde el fondo de tu historia que me era
y me seguirá siendo obscura.

Me pregunto por vos para evocarte
y sólo me responde un "Soy el que soy",
con el que Dios se anuncia en la Biblia judía.
Al pronunciar tu nombre me sorprendo,
se confunde el tuyo con el mío.
León por León
me resuena tu presencia ida
como si del otro lado yo siguiera vivo
mientras me miro muerto en el León que se ha ido.
En algún lugar oscuro somos los dos uno,
León por León,
León por Diana
en ella confundidos.
Sos el que fuiste,
es cierto,
pero elle me confunde
nos confunde
mezclados y separados
por la distancia abierta
de ambas muertes
como si sólo esperara que la mía llegue
para cerrar esta trinidad vaciada.

Nuestro destino fugaz
por un instante
nos unió para siempre
en lo absoluto
sin quererlo,
porque ambos la quisimos.

Diana Guerrero.
Arrojada desde el aire por ese avión de la Armada /Argentina

habrá volado por los cielos como un ángel de seda,
habrá desafiado espléndida al destino siniestro con sus
/alas,
habrá vencido al horror con sus ojos verdes todavía
/abiertos
mientras las ráfagas del viento la arrastraban,
atraída por el mar, rozando con su rostro el fondo de la
/arena,
absorta ante la muerte,
devorada por la muerte,
como lo estoy hoy
al evocar la de ella con la tuya.
Como quizás ambos la evocábamos en silencio
cuando nos veíamos
sin decirnos nada.
Yo diho hoy Kadish en tu tumba llena,
y también en su tumba de agua, líquida y vacía.

Por eso no te escribí antes
por eso quizás no escribo una novela
ni hago versos
porque no sé qué hacer con los recuerdos
de mis padres y de mis amigos muertos.
No sé qué hacer
cuando una muerte
como la tuya
abre la mía
y siento como si hoy fuera
el último día de la vida.
Soy un sobreviviente moribundo
que quiere vencer la muerte con más vida
y rememoro en este instante final
la vida entera,
lo más bello de ella
que lo contiene todo.
Los trozos escogidos más bellos de la vida.

Polvo enamorado sólo fuimos antes,
que se lleva el viento o el mar, como se la llevó a ella,
pececito de colores y hermosa cabellera ondeando en lo
/profundo
del mar de nuestra vida.
Soy quien por tu muerte vuelvo a encontrarla
al encontrarte,
nos estamos yendo juntos,
cada uno por su lado,
uno por uno,
como se va la gente,
unidos para siempre
en el silencio de la nada,
que está plena y vacía
como el Ser de Hegel
que pensábamos los tres
cuando creíamos en la filosofía.

Y hoy León, como quizás vos lo dijiste en lengua
/hebrea,
te digo al evocarte
lo que no pude decirte cuando te veía.
Cada uno dice y también se dice su propio Kadish
/como puede.
Como si fuera el último día de la vida.


NOTA: Tomado de "El terror y la gracia", de León Rozitchner.
Grupo Editorial Norma. Buenos Aires, 2003.

viernes, 2 de septiembre de 2011

René Char (1907-1988). "La realidad sin la energía dislocadora de la poesía, ¿en qué queda?"



Siendo muy joven René Char ya tenía un modo propio de decir su poesía, y la singular profundidad como para interesar al medio intelectual y poético de su país, promediando la década del treinta. Así se codea muy pronto con los Surrealistas, de tal modo que firma con ellos el Segundo Manifiesto del grupo, de quienes se alejaría más tarde siguiendo los caminos, el camino, que le indicaba su poética. También precozmente llama la atención a poetas ya consagrados, Paul Eluard, y al menos, a dos filósofos, Sartre, primero, y Camus, después, (fue éste que en 1957 se refirió a Char como, "nuestro mayor poeta vivo").
Bastaría esto para interesar... a los que no conocen su obra, pero no quiero pasar por alto su actitud, su posicionarse, en momento críticos de sus coterráneos y de su tiempo. Char combinó Arte y Vida: continuaba viviendo su vida de Poeta y tomaba parte de la Resistencia activa en los tiempos del Gobierno de Vichy, durante la Francia ocupada por los alemanes, (años más tarde lo hizo merecedor de los Premios más altos que da su país).
Comparto aquí tres poemas, pertenecientes a los años que van de 1952 a 1960, con la intención de acercar su voz a los que no la conocen y y tener por los mismos una aproximación a este Poeta que es definido como un "humanista", término que es, a priori, muy amplio, incluso vago. Se dice que su obra es "hermética", sin embargo yo lo veo como hermético abierto, diferente a "hermetismo-estecista-videntista" de Francis Pongé o del "hermetismo cerrado" de Paul Celan (el encomillado es mío). Escribí "hermético abierto" y quiero decir con esto que esa condición --alimentada por cierto fraseo... fragmentado... como una poema breve dentro del poema total-- se hace menos ardua o más asequible si la abordamos teniendo en cuenta su dialéctica interna...
Basta ya de estas especulaciones y escuchemos la voz de René Char.

SOBRE UNA NOCHE SIN ORNAMENTO.
(De "La biblioteca está en llamas y otros poemas").

Mirar cómo matan a golpes a la noche;
seguir bastándonos en ella.

En la noche, poeta, drama y naturaleza son uno,
pero en ascensión y aspirándose.

La noche trae alimento, el sol afina la porción alimentada.

En la noche se detienen nuestros aprendizajes dispuestos
para servir a otro, después de nosotros.
¡Fértil es el frescor de esta guardiana!

Ataca el infinito pero una nube salva.

La noche se adhiere a cualquier solicitud de vida
dispuesta a acabar en primavera
a volar con tempestad.

La noche se colorea de herrumbre
cuando consiente en entreabrirnos las rejas de sus jardines.

Para la mirada de la noche viva,
el sueño no esa veces sino un liquen espectral.

No había que encender el corazón de la noche.
Era menester que lo oscuro prevaleciese
allí donde se cincela el rocío de la mañana.

La noche solamente se sucede a sí misma.
La atalaya solar no es sino
una concesión interesada de la noche.

De la reconducción de nuestro misterio
se cuida la noche; el aseo de los elegidos,
es la noche quien lleva a cabo.

La noche despabila a nuestro pasado de hombre,
inclina su psiqué ante el presente,
pone indecisión en nuestro futuro.

Me colmaré de una tierra celeste.

Noche plenaria en la que el sueño descortés
ya no parpadea, presérvame vivo aquello que amo.

O-------o-----o---

CAEMOS
(De "Por encima del viento").

Mi brevedad sin cadenas.

Besos de apoyo. Tus parcelas dispersas
constituyen de pronto un cuerpo sin mirada.

¡Oh avalancha mía a redropelo!

Totalmente ligada.

Como una cena en el viento.

Totalmente ligada. Devuelta al aire.

Como un camino enrojecido en la roca. Un animal esquivo.

Confundidas la profundidad de la impaciencia
y la paciencia vertical.

La danza volteada. El belicoso látigo.

Tus límpidos ojos agrandados.

Esas ligeras palabras inmortales nunca enlutadas.

Hiedra en su puesto silencioso.

Fronda a la que se acercaba el mar. Contrarraya del día.

Abaja más tu pesantez.

La muerte nos golpea con el revés de su horca.
Hasta que una mañana sobria aparece en nosotros.

O-------o-----o---

EROS SUSPENDIDO
(De "Por encima del viento").

La noche había completado la mitad de su recorrido. En ese mismo instante el enjambre de los cielos iba a caber enteramente en mi mirada. Te vi, primera y única, hembra divina en las revueltas esferas. Desgarré tu vestidura de infinito: desnuda te restituí a mi suelo. El humus móvil de la tierra llegó a todas partes.
Volamos, dicen tus criadas, por el espacio cruel --mientras canta mi trompeta roja.

O-------o-----o---

NOTA.Tomado de La palabra en archipiélago, de René Char.
Ediciones Hiperión. Madrid, 2007.