sábado, 25 de junio de 2011

Vincent van Gogh: una carta. "Las pequeñas emociones son los grandes capitanes de nuestra vida".



Cuando pensamos en este artista, ¿en qué pensamos? ¿En sus Girasoles; en su Sillas, solas y vacías; en sus frías Habitaciones solitarias; en sus Noches estrelladas; en el amarillo que nos remite a él, ese amarillo que tanto trabajó para arrancarle y hacerlo estallar en el tono que creía tenía y podía hacerse luz? ¿Pensamos en el que "se cortó una oreja"; en el "amigo" de Paul Gauguin; en el "loco" holandés? En eso pensamos los que nos une -a y con él- una gran pasión. Pero esto, que está bien, es sólo un cliché, inclusive "emocional"... Y, claro, el Artista y el Hombre, en todas sus circunstancias se nos escapa. Su obra, prolífica, nos habla de sus intereses. Sus Cartas, las que escribió -unas ochocientas- entre los años 1872 y 1890, año de su muerte, nos hablan de ella, y de las circunstancias de su vida: son unas de las claves para entender su obra.
Van Gogh fue un artista singular y un hombre atormentado que supo pensarse mientras sus humores cambiaban y su cuerpo daba señales, las que no entendía. Un hombre que se pensaba mientras creaba y duplicaba sus esfuerzos en mejorar el manejo técnico de su arte. Recomiendo leer todas sus Cartas a Theo, porque nos dan un panorama amplio de su tremenda vida. Alguna vez dijo de sí que era "una hoguera en el pecho a la que nadie jamás se acerca a calentarse", pero que también afirmó, "prefiero mil veces pintar los ojos de la gente ante que Catedrales".
Hace muchos años que lo conocí y me acerqué a sus obras. Más tarde leí sus Cartas. Nadie como él se ha hecho un lugar en mi alma, por eso lo hice mi hermano, de este amor salieron varios poemas que tratan de abrazarlo. Comparto aquí una de esas desgarradoras epístolas, --escritas desde su internación en Saint Remy, donde estuvo entre mayo de 1889 y el mismo mes de 1890, tras lo que se mudaría a Auvers Sur Oise--,en las que se cuenta, enfermo y trabajando en su arte.
Quien se sumerja a leerlas en su totalidad se encontrará con un pintor que... escribía muy bien!!!


SEPTIEMBRE DE 1889

...Se dice --y lo creo de muy buena gana-- que es difícil conocerse a uno mismo; pero tampoco es fácil pintarse a uno mismo.
Así trabajo en dos autoretratos en este momento --a falta de otro modelo-- porque es más que tiempo que haga un poco de figura. Uno lo empecé el primer día que me levanté, estaba flaco pálido como un diablo. Es azul violeta oscuro y la cabeza blancuzca con cabellos amarillos, por lo tanto un efecto de color.
Pero desde entonces volví a empezar uno de tres cuartos sobre fondo claro. Además retoqué estudios de este verano; en fin, trabajo de la mañana a la noche.
...Esta carta te la escribo poco a poco en los intervalos cuando estoy cansado de pintar. El trabajo va bastante bien, lucho con una tela comenzada algunos días antes de mi indisposición, un segador, el estudio es todo amarillo, terriblemente empastado, pero el motivo era hermoso y simple. Vi entonces en ese segador, --vaga figura que lucha como un diablo en pleno calor para terminar su tarea--, vi entonces la imagen de la muerte, en el sentido que la humanidad sería el trigo que siega. Es pues --si quieres-- la oposición de ese sembrador que antes había ensayado. Pero en esta muerte no hay nada triste, todo sucede a plena luz con un sol que inunda todo con una luz de oro fino.
Bueno, ya estoy de nuevo; sin embargo no suelto la presa y busco de nuevo en una nueva tela. Ah, casi creería que tengo un nuevo período claro ante mí.
Y qué hacer --continuar durante estos meses aquí, o cambiar-- no lo sé. Lo que pasa es que cuando las crisis se presentan no son nada graciosas y arriesgarme a tener un ataque como ese contigo u otros es grave.
Mi querido hermano --sigo escribiéndote en los intervalos del trabajo--, trabajo como un verdadero poseído, más que nunca tengo un furor sordo de trabajo. Y creo que eso contribuirá a curarme. Puede que me suceda una cosa como de la que habla Eug. Delacroix: "Encontré la pintura cuando ya no tenía ni dientes ni aliento", en el sentido que mi trsite enfermedad me hac etrabajar con un furor sordo --muy lentamente-- pero de la mañana a la noche sin aflojar y --probablemente allí está el secreto-- trabajar mucho tiempo y lentamente. Qué sé yo, pero creo que tengo una o dos telas en marcha no demasiado mal, primero el segador en los trigales amarillos y el retrato sobre fondo claro, será para los Veintistas si no obstante se acuerdan de mí en el momento dado, pero para mí sería absolutamente lo mismo, si no preferible, que me olviden.
...Seguiré trabajando firmemente y luego si hacia Navidad vuelve la crisis veremos, y cuando pase entonces no vería ningún inconveniente mandar al diablo a la administración de aquí y volver al Norte por más menos mucho tiempo. Irme ahora, cuando me parce probable una nueva crisis en invierno, es decir dentro de tres meses, sería quizá demasiado imprudente. Hace seis semanas que no pongo el pie afuera, ni siquiera en el jardín, la semana próxima cuando haya terminado las telas que estoy haciendo no obstante voy a tratar.
...Una vez más sigo esta carta en los intervalos. Ayer empecé el retrato del celador en jefe y quizá también haga a su mujer, ya que está casado y vive en una pequeña casa a algunos pasos del establecimiento.
...¡Uf! el segador está terminado, creo que lo pondrás en tu casa, es una imagen de la muerte tal como nos habla de ella el gran libro de la naturaleza, pero lo que busqué es el "casi sonriendo". Es todo amarillo, salvo una línea de colinas violetas, de un amarillo pálido y rubio. Me parece muy gracioso eso, que lo haya visto a través de los barrotes de hierro de una celda.
Y bien, sabes lo que espero, una vez que me pongo a tener esperanzas, que la familia sea para ti lo que para mí es la naturaleza, los terrones de tierra, la hierba, el trigo joven, el paisano, es decir que en tu amor por la gente encuentres no solamente con qué trabajar sino también con qué consolarte y recuperarte, cuando lo necesites.
...Esta tarde trabajé en el retrato del celador, que adelanta.
Si no fuera temperador --totalmente-- por una mirada inteligente y una expresión de bondad, sería un verdadero pájaro de presa. Es un tipo del Midi.
..Lo que sueño en mis mejores momentos no es tanto los efectos de color brillante, sino una vez más los semi tonos.



NOTA. Tomado de CARTAS A THEO, de VINCENT VAN GOGH.
Editorial y Librería Goncourt. Buenos Aires, 1992.

viernes, 17 de junio de 2011

RAYMOND CARVER: un poema.



Raymond Carver, (EE.UU, 1938-1988), tuvo una vida corta, pero de una intensidad creativa que lo ubicó rápidamente en un lugar destacado de la cuentística de su país. Obra compuesta por cuatro volúmenes de relatos, a saber, ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?, De que hablamos cuando hablamos de amor, Catedral y Tres rosas amarillas. También publicó varios libros de poemas (El sendero de la cascada, Todos nosotros, etc.)
Fue hijo de un padre pobre y alcohólico y de una madre que seguía a su marido por donde la posibilidad de trabajo lo llevara: Carver es heredero de esas circunstancias y tuvo que luchar mucho para superar el grave problema del alcoholismo. Trabajando en lo que le saliera aprendió a escribir por correspondencia: escribía, bebía, sobrevivía, hasta que conoció a la poeta Tess Gallagher (en la foto con él). Esa relación le cambió la vida, lo estabilizó. Y vivió lo suficiente como para disfrutarlo.
Comparto aquí un poema, al que yo leo como una ventana del pasado por la que se le colaban todos los fantasmas que amenzaban la vida provisoria junto a sus padres, pero también como una ventana del presente, el suyo, por la que, aunque bien cerrada, podrían colarse los fantasmas para arrebatarle sus posesiones espirituales y materiales...(Ventanas, las suyas, las nuestras, por donde se nos presenta, a diario, la cornisa de los miedos, pueriles, ínfimos, pero reales...) Pero es sólo un poema: así se lo debe leer. ¡Qué cada cual haga su propia lectura!


MIEDO
Miedo a ver un coche
de la policía detenerse a mi puerta.
Miedo a dormirme por la noche.
Miedo a no dormirme.
Miedo al pasado resucitando.
Miedo al presente echado a volar.
Miedo al teléfono
que suena en la quietud de la noche.
Miedo a las tormentas eléctricas.
¡Miedo a la limpiadora
que tiene una mancha en la mejilla!
Miedo a los perros
que me han dicho que no muerden.
Miedo a la ansiedad.
Miedo a tener que identificar
el cuerpo de un amigo muerto.
Miedo a quedarme sin dinero.
Miedo a tener demasiado,
aunque la gente no creerá esto.
Miedo a los perfiles psicológicos.
Miedo a llegar tarde
y miedo a llegar antes que nadie.
Miedo a la letra de mis hijos en los sobres.
Miedo a que mueran antes que yo y me sienta culpable.
Miedo a tener que vivir con mi madre
cuando ella sea vieja y yo también.
Miedo a la confusión.
Miedo a que este día acabe con una nota infeliz.
Miedo a llegar y encontrarme con que te has ido.
Miedo a no amar y miedo a no amar lo suficiente.
Miedo de que lo que yo amo
resulte letal para los que amo.
Miedo a la muerte.
Miedo a vivir demasiado.
Miedo a la muerte.
Ya he dicho eso.



NOTA. Tomado de Todos nosotros, de Raymond Carver.
Bartleby Editores. Madrid, 2010.

martes, 14 de junio de 2011

A UN CUARTO DE SIGLO DE SU ADIÓS: BORGES POR ÉL MISMO.



Se cumplen hoy los primeros 25 años de la muerte de este "escritor sudamericano", como él mismo se llamaba, pero universal y, ya inmortal, como lo son los clásicos. ¿Con cuál Borges quedarnos? ¿Con el cuentista, el poeta, el ensayista, el conferencista, el profesor, el irónico, el bromista, el viajero, el polémico? Yo prefiero quedarme con el Poeta y para evocarlo elijo uno poema que él tenía entre sus pocos preferidos de su extensa obra poética: Poema de los dones.
¿Por qué elegí una foto de su tumba en Plainpalais, Ginebra, para ilustrar este poema? Porque fue allí, en esa entonces pequeña ciudad, donde eligió escribir en nuestro idioma: también porque eligió ese lugar, cerca de las aguas y la brisa del Ródano de su lejana adolescencia, como su último lugar antes de dar "el último de mis pasos", como dice un verso de un poema donde la pregunta teológica y ontológica se tocan y son, lo mismo... (Cristo en la cruz, en Los conjurados, 1985).

POEMA DE LOS DONES, (de El Hacedor, 1960).

Nadie rebaje a lágrimas o reproche
Esta declaración de la maestría
De Dios, que con magnífica ironía
Me dio a la vez los libros y la noche.

De esta ciudad de libros hizo dueños
A unos ojos sin luz, que sólo pueden
Leer en las bibliotecas de los sueños
Los insensatos párrafos que ceden

Las albas a su afán. En vano el día
Les prodiga sus libros infinitos,
Arduos como los arduos manuscritos
Que perecieron en Alejandría.

De hambre y de sed (narra una historia griega)
Muere un rey entre fuentes y jardines;
Yo fatigo sin rumbo los confines
De esa alta y honda biblioteca ciega.

Enciclopedias, atlas, el Oriente
Y el Occidente, siglos, dinastías,
Símbolos, cosmos y cosmogonías
Brindan los muros, pero inútilmente.

Lento en mi sombra, la penumbra hueca
Exploro con el bácuo indeciso,
Yo, que me figuraba el Paraíso
Bajo la especie de una biblioteca.

Algo, que ciertamente no se nombra
Con la palabra azar, rige estas cosas;
Otro ya recibió en otras borrosas
Tardes los muchos libros y la sombra.

Al errar por lentas galerías
Suelo sentir con vago horror sagrado
Que soy el otro, el muerto, que habrá dado
Los mismos pasos en los mismos días.

¿Cuál de los dos escribe este poema
De un yo plural y de una sola sombra?
¿Qué importa la palabra que me nombra
Si es indiviso y uno el anatema?

Groussac o Borges, miro este querido
Mundo que se deforma y que se apaga
En una pálida ceniza vaga
Que se parece al sueño y al olvido.



NOTA: Tomado de JORGE LUIS BORGES, OBRA POÉTICA.
Emecé Editores. Buenos Aires, 1977.

lunes, 13 de junio de 2011

Pasolini en Buenos Aires: Calderón, en versión de Adelaida Mangani.



Calderón, pieza del multifacético Pier Paolo Pasolini, es una oportunidad de ver el mejor teatro: ése que se despliega sobre el campo de lo social e interroga sobre las cuestiones esenciales al indiviudo, en donde la libertad y la ética aparecen como las instancias que definen al ser, en tanto ser, y su práxis, en tanto individuo en relación.

Adelaida mangani es la responsable de esta puesta; Laura Novoa y Julio Drolas en los roles centrales, la que se completa con el trabajo de Interpretes del Grupo de Titiriteros del Teatro General San Martín.

En el Teatro Reggio. Córdoba 6050. Capital Federal.

domingo, 12 de junio de 2011

NOSOTROS, LOS HOMBRES NEGROS. (Poema mío).



Nosotros, los hombres negros,
cavábamos, cavábamos, y cavábamos.

Nuestras mujeres
nos llamaban al final del día
y subíamos, esperando volver pronto.

Por la noche, nosotros,
los hombres negros,
soñábamos que el pozo nos llamaba,

Y cavábamos, cavábamos, cavábamos.

Como si pudiéramos, al fin,
llegar a algún lugar.

Nosotros.

Los hombres de abajo.
Los hombres de la tierra.

Nosotros.



NOTA: La obra que ilustra este poema es de Oswaldo Guayasamin, artista expresionista, (Quito, Ecuador, 1919-1999).

sábado, 11 de junio de 2011

De A para X, o del amor en tiempos de quebrantos y atrocidades



JOHN BERGER, (Londres, 1926), es un Intelectual, versátil y humanista: crítico de Arte, artista plástico, dibujante, poeta, ensayista, (Cada vez que decimos adiós, Mirar, El tamaño de una bolsa, etc), novelista, (Un pintor de hoy, Hacia la Boda, G, etc). Como intelectual y novelista combinó la imaginación y la mirada "sociológica"... para crear su obra mayor, a juicio mío, que es su trilogía llamada De sus fatigas, y que está conformada por Puerca tierra (1990), Una vez en Europa (1991), y Lila y Flag (1993). Trilogía que le sirve para dar cuenta de los cambios que se dieron en el mundo rural, donde tierra y gentes son abandonadas por parte del Estado: gente que deja sus tierras y se van hacia las grandes ciudades, atraídas por las "ventajas" de la modernidad en ellas, y empujadas por el desaliento del abandono mencionado. Circunstancias que tienen al menos dos consecuencias: hacinamiento y más pobreza en las grandes ciudades, y la compra por parte de multinacionales de esas
propiedades que pertenecían por generaciones a esa familias, ahora disgregadas.

De A para X, es, como lo dice en el subtítulo, una "Historia en cartas". Xavier, encarcelado, que escribe a Aida, son su únicos personajes: entre ambos esas cartas, escritas desde el encierro por él, y desde la "libertad" por ella en circunstancias en que todas las necesidades básicas apenas son satisfechas, en medio de privaciones, persecuciones y amenazas diarias, constantes, van y vienen y dan cuenta de las distintas realidades de uno y otro lado. El narrador de reserva ciertos datos, pero es fácil imaginarse que la ciudad de ambos, la que los vio nacer y por la cual están atravesando ese presente, es Palestina: el pequeño, pero no débil, Pueblo al que el poderoso Israel le ha quitado sus tierras y su paz. Una historia de amor en cartas, por las que los amantes se aman en palabras --desde el presente ensombrecido-- y se trasmiten la esperanza por el mañana.
Harold Pinter, el fallecido dramaturgo, uno de los grandes del siglo XX y ganador del Nobel, dijo, "De A para X es uno de los libros más conmovedores que he leído en muchos años. Berger pone de manifiesto que por viles que sean los ejércitos que nos oprimen, el amor y el espíritu humano son indestructibles".
He leído algunas críticas que la tildan de "panfletaria"... para mí es otro valioso y título que da más belleza y coherencia a la invalorable obras de este --para mí-- el único inglés querible: JOHN BERGER.
Comparto aquí una de esas cartas, (de ella para él), entre esos dos amantes que tienen en ellas el secreto vínculo que los unen estando separados.

"Mi soplete:

En una esquina de la explanada, donde se amontonan los neumáticos usados, hay un rosal. Pegado al eucalipto. El rosal ha echado un brote que medirá unos cinco metros y ahora trepa por el tronco del árbol buscando la luz para florecer. ¡Cinco metros! ¡Ciento treinta espinas! Las conté. Para contarlas tuve que levantar el renuevo de vez en cuando, y me pinché en el brazo un par de veces. No sé porqué quería contarlas. Puede que porque quería hablarte de la determinación de la rosa. Ciento treinta espinas.
Tú y yo estamos entre dos generaciones. La primera la constituye la hermandad de quienes se hallaban muy próximos a nosotros y murieron o fueron asesinados. Muchos de ellos a una edad más temprana que la que tenemos ahora tú y yo. Nos esperan con los brazos abiertos.
La segunda es la hermandad de los jóvenes, para quienes somos un ejemplo. La vida que hemos elegido vivir los anima. Con los brazos abiertos, nos mandan que sigamos adelante...
Nos encontramos entre las dos. ¡Ojalá, guapo mío, estuviéramos el uno en los brazos del otro!
¿Es algo que hice hace mucho tiempo? ¿O es algo que quería hacer y todavía no he hecho? Igual da. El caso es que en algún momento pensé en poner mi mano en una carta, dibujar su contorno y enviártela. Un poco después de cuando fuera que lo pensara, me topé con un libro en que enseñaban a dibujar manos y lo abrí y lo vi página a página. Decidí comprármelo. Se parecía a la historia de nuestra vida. Todas las historias son también historias de manos, manos que agarran, que sopesan, que señalan, que unen, que amasan, que enhebran, que acarician; manos abandonadas en el sueño, manos que cortan, que comen, que limpian, que tocan música, que rascan, que asen, que pelan, que se aferran, que aprietan un gatillo, que se cruzan. En cada página del libro hay un delicado dibujo de manos, ejecutando una acción específica. Te voy a copiar una.
Te estoy escribiendo.

Y me miro las manos, que quieren tocarte, y me parecen obsoletas, porque hace tanto que no te acarician.

Tu Aida".


NOTA. Tomado de De A para X, de John Berger.
Alfaguara. Buenos Aires, 2009.