sábado, 17 de diciembre de 2011

LA PATRIA EQUIVOCADA, (1991) de Dalmiro Sáenz. O de las batallas entre los valores y las armas mientras la Nación buscaba hacerse.




De la Teoría Literaria me interesa poco, apenas lo básico, como una referencia, nada más. ME INTERESA LA BUENA LITERATURA!!! Por eso me permito recomendar los textos que --por lectura y propia experiencia estética de disfrutada recepción-- engrosan la lista de la ficción que perdura, más allá de las modas, de las ofertas, de los saldos en librerías de viejo.
Hoy comparto las dos o tres primeras páginas de LA PATRIA EQUIVOCADA, porque creo que, junto a los cuentos de SETENTA VECES SIETE, conforma lo mejor dentro de la variada obra de DALMIRO SÁENZ.
(En un hipotético Cánon de nuestra Literatura que sólo tomara en cuenta las novelas y no sus autores, entonces "La Patria equivocada" tendría su merecido lugar).


QUERIDOS PADRE Y MADRE:

Tengo instalada ya en mi tristeza las caras de ustedes cuando terminen de leer esta carta. La suya, mamá, inclinada sobre este papel, como cuando terminaba de tocar el piano y su mirada quedaba un rato extraviada sobre las teclas. Sus ojos tendrán lágrimas, su frente esa arruga vertical que yo de chica trataba de borrar con los dedos; y usted, papá, tal vez no diga nada por un rato o tal vez diga a mamá ¿qué fue lo que hicimos mal?, o algo por el estilo, Yo quisiera convencerlos de que no hicieron nada mal, de que las personas no somos tan importantes como para hacer tanto mal como pretendemos.
A Clorindo lo conocí durante la segunda invasión de los ingleses. Yo había terminado el turno de la tarde en el hospital de sangre y ya estaba por volverme a casa cuando lo trajeron en una camilla. Vi que era un Patricio por lo que quedaba de su uniforme y, por la trenza, vi que era un soldado raso, pero no le pude ver la cara porque estaba cubierta de sangre y barro. Lo primero que hacíamos, cuando llegaban los heridos, era llevarlos para localizar bien las heridas y ahorrarle tiempo a los médicos. Busqué una palangana con agua y empecé a enjuagarle la cara muy despacio con una esponja. Les cuento esto porque creo que fue importante. Era algo muy raro lo que yo sentía en ese momento; era ver el nacimiento de una cara, era descubrir una mirada que, a su vez, descubría mi mirada. Él estaba conscientey sufría. Lo desvestí con mucho cuidado y miré ese cuerpo tan joven y tan profanado por el metal caliente de la metralla. Fue como mirar una estatua embellecida por el desgaste o enriquecida por el destrozo de alguno de sus miembros, o como mirar su propia cara, padre, con la cicatriz que le dejó el duelo con Martín Argañaraz.
Como el médico se demoraba empecé a deshacerle la trenza y, como pude, le quité los enchastres de sangre y de barro del pelo. Recién con el pelo suelto y limpio sobre la almohada dejó de ser un soldado. era un muchacho, casi un ángel, desnudo como una talla. Tuve la sensación de estar escamoteándole a la ciudad uno de sus guerreros. me desconcertaron mis sentimientos. Tenía delante de mí el cuerpo de un hombre liberado de ese aspecto que las circunstancias le había adjudicado; era casi un secreto lo que yo poseía, tal vez ni él mismo se hubiera reconocido en la suavidad de su letargo, en las manos empuñando el vacío de las armas, en la boca un poco abierta de su infancia.
No creo que allí me enamorara de él, más bien me enamoré de mis propios sentimientos. En el hervidero de ideas de nuestra casa, en esa sala tres veces más grande que el ranchito en donde ahora vivo, ustedes me hicieron comprender la revolución del ser humano. Una vez cuando usted, padre, me leía a Rousseau, tuve la sensación de que Rousseau no era más que un lenguaraz, un traductor de un idioma que yo poseía desde hacía rato, pero que recién él me lo permitía descifrar. Algo así pasó con Clorindo. Yo le había robado a Saavedra uno de sus soldados, o mejor dicho, lo había despojado de su uniforme, de las huellas del combate, de la sangre y el barro y hasta su trenza de Patricio, y había dejado aldescubierto lo que quedaba de él. ¿Y qué quedaba de él? ¿Qué queda de nosotros cuando nos despojamos del ropaje de las circunstancias? ¿Existimos? ¿Somos como huérfanos de nostros mismos?
yo, por ejemplo, cuando Dolores corría las cortinas de mi cuarto para despertarme y me decía: "Buenos días tenga usted, Niña Clarita, acá está su chocolate", y yo le contestaba desde la cama: "Buenos días, Dolores, cómo amaneciste". ¿Quién era la que decía buenos días, Dolores, como amaneciste? ¿Era la misma que esta mañana en el rancho se acercó a Clorindo con un mate y quedó pendiente de su silencio, a la espera del sonido de la bombilla para estirar el brazo y continuar con la liturgia de las madrugadas y llenar nuevamente el mate con el agua hirviente de la pava?
Y cuando Clorindo se levanta y se lava en la palangana junto al espejo y se reconstruye la trenza y se pone su uniforme de Patrico para ir al cuartel, ¿quién es la que lo mira? ¿La niña Clarita que tomaba chocolate caliente en la cama todas las mañanas o esta mujer que les escribe,después de haber barrido la galería, de haber alimentado a las gallinas y que ahora está vigilando con un ojo el puchero, que se me está por desbordar de adentro de la olla?
No lo sé. Tal vez uno es lo que le exigen las circunstancias y yo ahora hable el lenguaje de ustedes porque los imagino leyendo esta carta. Y, hoy a la noche, cuando Clorindo vuelva del cuartel y nos encerremos en nuestro mundo de silencios y yo le tome esa mano que apenas sabe dibujar las letras de su nombre en un papel, ¿quién es la que va a estar ahí? ¿La hija de ustedes? ¿La mujer de Clorindo? ¿Las dos juntas?
A veces pienso que yo fui un invento de ustedes, que ustedes me hicieron como estamos todos, de una u otra forma, haciendo este país. Otras veces pienso que yo los inventé a ustedes, no sólo en mi imaginación, sino también que ustedes serían muy distintos de lo que son si yo no existiese. A veces no pienso nada y entonces me pongo a escribir cartas como ésta.
¿Se acuerdan cuando nos pasábamos las horas en casa leuendo El Contrato Social o cuando discutíamos en las tertulias de los jueves con los Peña o con los Monteagudo, cuando yo repetía párrafos de memoria del libro que estaba leyendo en ese momento? Me parece que ha pasado tanto tiempo. Yo, en esa época, me sentía hija de ustedes. Ahora me siento hija de mí misma.



NOTA. 1/ Tomado de "La Patria equivocada", de Dalmiro Sáenz.
Editorial Planeta Argentina. Buenos Aires, 1991.

NOTA. 2/ Las pinturas que ilustran esta entrada pertenecen a Cándido López, soldado y pintor, que participó en la Guerra de la Triple Alianza contra Parguay, y que la bocetó en detalles; artista que por imaginación de Sáenz forma parte de esta bella novela argentina.

sábado, 26 de noviembre de 2011

"El niño de Vallecas" y El niño de Nonogasta: de enigmas, preguntas y obviedades capitalistas...



Entre "El niño de Vallecas", cuadro de Velázques y puesto en poesía por León Felipe, y "El niño de Nonogasta", poema de mi autoría, hay al menos una coincidencia: ambos murieron muy pronto: en su primera juventud, aquél, y apenas niño, este último.

El niño --su nombre era Francisco Lezcano-- retratado por Velázquez presentaba una patología de malformaciones, quizás "hipotiroidismo infantil" atenuda y que se evidenciaba en su "talla corta, frente abombada, puente nasal chato y manos regordetas".

Mi niño, de Nonogasta, había nacido "sano" pero dentro de una historia familiar de privaciones... y en unas condiciones de vida que cuestiona por sí solas otras: manifestadas a minutos de donde se desarrollaba el drama de su familia.

Aquél niño presentaba enigmas que la Ciencia médica respondió siglos más tarde. El mío evidencia las "obviedades"... de la avaricia que es la estructura del capitalismo: en los noventa se lo llamaba "salvaje", ¿cómo llamarlo hoy, en tiempos en que "Todo lo sólido se desvanece en el aire", según Marshall Bermann, o en que el "mal se hace transparente", como lo afirmó Jean Baudrillard, en "La transparencia del mal"?

Me parece apropiado citar aquí al siempre vigente Oscar Wilde, "La civilización no termina con la barbárie, la perfecciona". Barbárie/capitalismo que impone el fatalismo de los "costos laterales". La Poesía está para decir palabras que le cabe decirlas.

EL NIÑO DE VALLECAS, de León felipe.

Este es el orden, Sancho,
De aquí no se va nadie
Mientras esta cabeza rota
Del niño de Vallecas exista
De aquí no se va nadie. Nadie.
Ni el místico ni el suicida.
Antes hay que deshacer este entuerto
Antes hay que resolver este enigma
Y hay que resolverlo entre todos,
Y hay que resoverlo sin cobardía,
Sin huir
con unas alas de percalina
o haciendo u agujero en la tarima.
De aquí no s eva nadie. Nadie.
Ni el místico ni el suicida.
Y es inútil, inútil toda huida
(ni por abajo ni por arriba)
Se vuelve siempre. Siempre.
hasta que un día (¡un buen día!)
El yelmo de Mambrino, halo ya, no yelmo ni bacía--
se acomode a las sienes de Sancho,
y a las tuyas, y a las mías,
como pintiparado, como hecho a medida.
Entonces nos iremos todos.
Por las bambalinas.
Tu y yo, y Sancho, y el Niño de Vallecas,
y el místico y el suicida.


EL NIÑO DE NONOGASTA

A este niño no lo mató
una bomba suicida
en las calles de Irak

No lo mató una bala de las FARC
en la selva colombiana

No fue muerto a machetazos
en alguna guerra tribal
de la oscura África

Tampoco murió por mala práxis médica.
Ni como cobayo para alguno
de los cinco grandes laboratorios del orbe

Tampoco fue arrollado
en alguna calle, ruta o autopista homicidas

No murió ahogado
bajo las aguas de un Tsunami en el Pacífico

Tampoco como sacrificio en algún rito afro,
al son de tambores, bajo la luna,
al norte de Bahía

No murió por falta de sol,
escondido en un sótano de Austria

No murió por feroces golpes de violencia familiar

No cayó muerto
por las balas de un fusil automático
en aula o en el campus
de un college del "Imperio" del Norte

¡NO!

Este niño se llamaba JEREMÍAS GUEVARA

Tenía cuatro años
y pesaba menos de ocho kilos.

Murió por DESNUTRICIÓN

En el barrio La Usina

En Nonogasta

La Rioja

Argentina

En un tiempo que es el nuestro.


NOTA 1: "El niño de Vallecas", de León Felipe. Tomado de "Versos y oraciones de caminante", Libro II, (1920 - 1930)

NOTA 2: El niño de Nonogasta. Rafael Sturla, Agosto del 2008.

sábado, 19 de noviembre de 2011

SIETE HAIKU MÍOS, de árboles, herencias y mudanzas.


Voy pasando.
Un árbol me llama.
Me detengo. Una hoja cae.
Es una invitación a subir. Subo.

O---o--o-

Madre pidió descansar
bajo un árbol.
Allí la visito cada día.
Riega mis sueños.
Cada mañana barro las hojas.

O---o--o-

Padre talaba árboles.
Uno lo aplastó. Allí quedó.
Los dos fueron uno.
De ellos me hice bastón.

O---o--o-

Abuelo trabaja la madera.
De esta saldrá pipa, trampera,
y leña para el fuego, dice.
Del aserrín,
abono para mi tumba.

O---o--o-

Abuela forma figuras.
Las pone al fuego.
Le pregunto. No me responde.
Me quedo con la dura piedra
de no saber.

O---o--o-

Hermano, no tumbes mi ciruelo.
Me cubrió los ojos. Oí la caída.
Cuando miré
mi mundo no era el mismo.

O---o--o-

Mi árbol está grande.
Hoy removí su tierra.
La aboné con penas, alegrías,
y ganas de nuevas ramas.

O---o--o-



Rafael Sturla.
San telmo. Distrito Federal. Noviembre del 2011.

NOTA. La estampa que ilustra esta publicación pertenece a Vincent Van Gogh, que las amaba, (las estampas japonesas gozaban de mucho prestigio en la Europa del siglo 19).

sábado, 12 de noviembre de 2011

Marguerite Yourcenar (Bélgica, 1903, Estados Unidos, 1987): a sesenta años de Memorias de Adriano. ¡Je vous salue, Marguerite!



Mi formación ha sido autodidacta, nada sistemática, yendo de un autor a otro y de un texto a otro, mediando entre uno y otro la recomendación puntual. Así llegué a un libro con "Testimonios y Reportajes", se trataba de "Con los ojos abiertos", entrevistas de un tal Matthieu Galey con Marguerite Yourcenar,(Emecé Editores. Buenos Aires, 1982), a la que así descubría. Su pensamiento, su filosofía de vida --mostrada para mí en esa entrevista realizada en la Isla de Maine, en los Estados Unidos, donde vivía-- me interesó lo suficiente como para comenzar a leerla; así me encontré con su obra novelística: en poco tiempo devoré OPUS NIGRUN, MEMORIAS DE ADRIANO, ALEXIS O EL TRATADO DE UN INÚTIL COMBATE (novela epistolar), entre otros títulos. Para mí, como para muchísismos lectores y de distintas generaciones, su obra más importante, sin desmerecer Opus Nigrun, es MEMORIAS DE ADRIANO. Narrada en primera persona es el mismo Adriano, el Emperador romano del siglo dos, que cuenta su vida. Una vida excepcional que se mira, preguntándose y maravillándose, y se piensa a sí misma. El Pequeño Larousse Ilustrado, en su edición del año 2000, lo define "Príncipe instruido y gran viajero", es este calificativo de "instruido" lo que lo diferenció de otros Emperadores: su amor por la cultura, arriesgo, fue lo que lo llevó a la consideración especial para nuestra escritora y, así, sacarlo definitivamente del Salón de los Manuales de Historia. El culto, inquieto y curioso Adriano, llega a ser, en manos de una gran trabajadora de la palabra precisa, nuestro contemporáneo.
Un cuarto de siglo (1924 a 1950) estuvo Marguerite Yourcenar ocupada en sentir al personaje y el mundo de su tiempo; dice, en los Cuadernos de Notas a las "Memorias de Adriano", que lo escribió, "Con un pie en la erudición, otro en la magia, o más exactaments y sin metáfora, sobre esa magia simpática que consiste en transportarse mentalmente al interior de otro", y más adelante, "Me di cuenta muy pronto de que estaba escribiendo la vida de un gran hombre. Por tanto, más respaldo por la verdad, más cuidado y, en cuanto a mí, más silencio".
Comparto aquí las dos primeras páginas de esta gran, gran novela, --que tiene el agregado especial de haber sido traducida por el joven Julio Cortázar-- con el fin de llevar a que el eventual lector de las mismas se interese por esta exquisita escritora belga que, sin haber nacido en Francia, fue la primera mujer que, en 1980, ingresó a Academia Real Francesa. Finísima pensadora, sutil creadora con una obra rica y diversa que trabajó también el cuento y ensayo.


Querido Marco:
He ido esta mañana a ver a mi médico Hermógenes, que acaba de regresar a la Villa después de un largo viaje por Asia. El examen debía hacerse en ayunas; habíamos con venido encontrarnos en las primeras horas del día. Me tendí sobre el lecho luego de despojarme del manto y la túnica.. te evito detalles que te resultarían tan desagradables como a mí mismo, y la descripción del cuerpo de un hombre que envejece y se prepara a morir de una hodropesía del corazón. Digamos solamente que tosí, respiré y contuve el aliento conforme a las indicaciones de Hermógenes, alarmado a pesar suyo por el rápido progreso de la enfermedad, y pronto a descargar el peso de la culpa en el joven Iollas, que me atendió durante su ausencia. Es difícil seguir siendo emperador ante un médico, y también es difícil guardar la calidad de hombre. El ojo de Hermógenes sólo veía en mí un saco de humores, una triste amalgama de linfa y de sangre. Esta mañana pensé por primera vez que mi cuerpo, ese compañero fiel, ese amigo más más seguro y mejor conocido que mi alma, no es más que un monstruo solapado que acabará por devorar a su amo. Haya paz... Amo mi cuerpo; que me ha servido bien, y de todos modos no le escatimo los cuidados necesarios. Pero ya no cuento, como Hermógenes finge contar, con las virtudes maravillosas de las plantas y el dosaje exacto de las sales minerales que ha ido a buscar a Oriente. Este hombre, tan sutil sin embargo, abundó en vagas fórmulas de aliento, demasiado triviales para engañar a nadie. Sabe muy bien cuánto detesto esta clase de impostura, pero no en vano ha ejercido la medicina durante más de treinta años. Perdono a este buen servidor su esfuerzo por disimularme la muerte. Hermógenes es sabio, y tiene también la sabiduría de la prudencia, su probidad excede con mucho a la de un vulgar médico de palacio. Tendré la suerte de ser el mejor atendido de los enfermos. Pero nada puede exceder de los límites presentes; mis piernas hinchadas ya no me sostienen durante las largas ceremonias romanas; me sofoco; y tengo sesenta años.
No te llames sin embargo a engaños: aún no estoy tan débil como para ceder a las imaginaciones del miedo, casi tan absurdas como las de la esperanza, y sin duda mucho más penosas. De engañarme, preferiría el camino de la confianza; no perdería más por ello, y sufriría menos. Este término tan próximo no es necesariamente inmediato; todavía me recojo cada noche con la esperanza de llegar a la mañana. Dentro de los límites infranqueables de que hablaba, puedo defender mi posición palmo a palmo, y aún recobrar algunas pulgadas del terreno perdido. Pero de todos modos he llegado a la edad en que la vida, para cualquier hombre, es una derrota aceptada. Decir que mis días están contados no tiene sentido; así fue siempre; así es para todos. Pero la incertidumbre del lugar, de la hora y del modo, que nos impide distinguir con claridad ese fin hacia el cual avanzamos sin tregua, disminuye para mí a medida que la enfermedad mortal progresa. Cualquiera puede morir súbitamente, pero el enfermo sabe que dentro de diez años ya no vivirá. Mi margen de duda no abarca los años sino los meses. Mis probabilidades de acabar por obra de una puñalada en el corazón o una caída de caballo van disminuyendo cada vez más; la peste parece improbable; se diría que la lepra o el cáncer han quedado definitivamente atrás. Ya no corro el riesgo de caer en las fronteras, golpeado por un hacha caledonia. O atravesado por una flecha parta; las tempestades no supieron aprovechar las ocasiones que se le ofrecían, y el hechicero que me predijo que no moriría ahogado parece haber tenido razón. Moriré en Tíbur, en Roma, o a lo sumo en Nápoles, y una crisis de asfixia se encargará de la tarea. ¿Cuál de ellas me arrastrará, la décima o la centésima? Todo está en eso. Como el viajero que navega entre las islas del Archipiélago ve alzarse al anochecer la bruma luminosa y descubre poco a poco la línea de la costa, así empiezo a percibir del perfil de mi muerte.



NOTA. Tomado de "Memorias de Adriano", de Marguerite Yourcenar.
Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1999.

sábado, 5 de noviembre de 2011

JOHN BERGER: prosa poética, lucidez y austeridad para una mirada con pasión y compasión para este viejo mundo que va.



JOHN BERGER no necesita presentación. Basta con decir que todo lo hace bien: novelista, poeta, dramaturgo, ensayista, guionista, pintor, fotógrafo, crítico de arte. Si me dieran a escoger a un hombre de letras de Gran Bretaña me quedaría con él: porque su obra me resulta --y junto a mí millones de personas que lo leemos y esperamos su próximo título-- imprescindible. Escribe con una prosa poética atravesada por la pasión por las cosas de los hombres y por la compasión por las carencias del mundo, carencias que son el resultado de un comportamiento sin misericordia en al menos tres dimensiones: hacia sí mismo, hacia el Otro, el prójimo, y hacia el mundo de lo creado, la Naturaleza.

Desde que me encontré con su maravilloso libro de ensayos "Cada vez que decimos adiós" (Ediciones de la Flor. Buenos Aires, 1997) lo continué leyendo y estoy siempre atento a cualquier nuevo texto suyo. Comparto aquí un ensayo breve y un poema, de este querible y necesario inglés llamado JOHN BERGER!!!

UNA CAMA (1)
(Para Christoph Hansli)

No hay cuerpo alguno acostado en esta cama de hotel, ni tampoco en la de al lado. En inglés, esta situación se puede condensar en un juego de palabras en un: "no body" (ningún cuerpo/cuerpo alguno) se convierte en "nobody" (nadie), de modo que la frase inglesa "On the hotel bed there is nobody" se podría leer como: "En la cama del hotel (no) está acostado nadie". Claro que no se puede preguntar algo como: ¿Y quién es nadie? O tal vez sí, pero no habrá ninguna respuesta, sólo el borboteo de las cañerías en la habitación contigua.
Nadie es nadie, y las dos camas están vacías. Ni siquiera tienen una arruga, un pliegue, una huella. No hay nadie.
Nadie es la persona amada, la tuya o la mía, y nadie son todas las parejas que en algún momento ocuparon esta habitación. Miles con el paso de los años. Están acostadas, insomnes. Hacen el amor. Están tendidas en las dos camas que han juntado. O estrechamente abrazadas en una de ellas. Al día siguiente regresaron a su casa o nunca volvieron a verse. Hicieron dinero o lo perdieron. Se abandonaron. Se ayudaron.
Nadie está aquí, y las camas están vacías en toda su anonimia. O también podría decir: están ocupadas por la ausencia, pero esto sugiere un sentimentalismo, un lamento, que no permitirían tus pinturas.
Y, sin embargo, por el simple hecho de haber vivido, cuando miramos tus cuadros, tus cuadros de tamaño natural, no podemos olvidar, porque tú no quieres que lo olvidemos, lo que prometen las camas. De todos los objetos fabricados por el hombre, las camas son los que más pometen. ¿Por eso tal vez son tan difíciles de pintar? Incluso en un humilde hotel de una estrella, con sábanas sintéticas, las camas prometen de la misma forma que promete la naturaleza.
Y la gama de promesas es gigantesca: modestas y voluptuosas, tímidas y extáticas, desde el pequeño alivio para el dolor al gran dolor de la felicidad, desde el descanso al eterno descanso.
No es de extrañar que en muchos hoteles haya esas tarjetas que se cuelgan por fuera en el picaporte y que dice: NO MOLESTAR.
Ni tampoco me extraña, Christoph, que cuando pintas estas habitaciones sin cambiar absolutamente nada, cuando las pintas siguiendo el ejemplo de Velázquez, las paredes pintadas o empapeladas parecen infinitas. ¿Infinitas como el cielo o como el mar? No. En absoluto. Infinitas como una promesa. Incluso la promesa más pequeña que pueda ofrecer una cama tiene algo de infinito... Dormir.
Dormir. Tú estás despierto, pintando, pero nosotros, acunados y medio dormidos, susurramos irresponsablemente, imprudentemente, a la ausencia. Acércate, amor mío, estoy aquí. Y se lo susurramos a nadie.
Uno de tus cuadros representa este susurro. La imagen representada es una cama deshecha, el edredón revuelto encima. Detrás, la pared infinita. Las sábanas, los cortinajes y tapices han estado presentes durante siglos en el arte europeo. Danae se reclina en ellos. El cuerpo de Cristo yace sobre ellos. Reciben al maravilloso cuerpo que los moldea. Pero aquí sólo hay vestigios, sólo ausencia.
Yo estuve allí. Y ahora también me he ido. No hay nadie.


PAÑUELO

Por la mañana
doblado con sus flores silvestres
lavado y planchado
apenas ocupa espacio en el cajón.

Ella lo agita en el aire
y se lo ata a la cabeza.

Por la noche se lo quita
y lo deja caer
sin desatar en el suelo.

En un pañuelo de algodón
entre las flores estampadas
un día laborable
ha escrito su sueño.


NOTA: (1) De "EL TAMAÑO DE UNA BOLSA", de JOHN BERGER.
Taurus. Buenos Aires, 2004.

NOTA: (2) De "PÁGINAS DE LA HERIDA", de JOHN BERGER.
Colección Visor de Poesía.

sábado, 29 de octubre de 2011

Clarice Lispector (Ucrania, 1925 - 1977). Impresiones de un momento para recuerdos que perduran y enhebran sentidos.



Me encontré con CLARICE LISPECTOR al leer un relato suyo en PURO CUENTO (Nº 24 Sept./Oct. 1990) la deliciosa y completísima revista bimestral que fundara y dirigiera MEMPO GIARDINELLI --por la riqueza, en cantidad, calidad y variedad, de su contenido y objetivos digo que fue una felicísima experiencia estética para los lectores de cuentos; y (perdón) puedo presumir de tener, casi, todos sus números--. Ese primer encuentro sería el primer paso de un interés que se mantuvo y que me llevó a buscar sus novelas en nuestra lengua y hallé las ediciones de Siruela que, por su elevado precio, nunca pude comprar. Pasados más de una década pude acceder a otro costado de su obra (novelas y cuentos) por medios de su REVELACIÓN DE UN MUNDO, que conforman la reunión de las crónicas que escribió cada sábado de los siete años que van de 1967 a 1973 y que aparecían en el diario JORNAL DO BRASIL.
La crítica las clasifica como "Crónicas" pero sus columnas sabatinas son más que eso y esconden mucho más: para eso se requiere saber buscar en ellas, aunque la brevedad de la mayoría de ellas hace mucho más fácil la misma.
Recuerdos propios, recuerdos y voces de otros, incidentes menores, accidentes mayores, voceos, pasos, momentos, colores, olores: lo vivido, reciente, o lo pasado combinado con emociones y deseos y esperanzas: enhebradas con el tejido de las palabras.
En una entrevista (¿con Pablo Galende, en Canal A?) dijo HUGO MUJICA que lo que le gustaba de LISPECTOR era que "su palabra está viva"... ¿En qué reside esta escritura "viva"? El eventual lector --o el que quiera adentrarse en su obra-- tiene que encontrarse con esta escritora (nacida en Ucrania pero brasileña por que ella misma se reinvindicó así) que está considerada como una de las máximas voces en lengua portuguesa: encontrarse con ella y ver qué y cómo le llega su palabra.
Existen no pocas fotos del bello rostro de esta mujer pero entre todas elegí ésta para ilustrar esta nota porque así la imagino: escribiendo y con las ventanas abiertas de su casa, para airearla, y con la ventana abierta de su estudio, para que los ecos de sus conversaciones en las calles, en las ferias, en las plazas de esa gran ciudad, Río de Janeiro, donde creció, vivió y murió, le trajeran o le refrescaran otras, pasadas o recientes, reales o imaginadas. Porque le interesaba mucho conversar con gentes en las calles: esas conversaciones --buscadas como una necesidad personal y no como un medio-- le aportaban, muchas veces, la excusa para decir lo suyo.
Comparto algunas pocas crónica para acercar un poco a quienes no la conocen.

COMER, COMER (1968)

No sé cómo son las otras casas de familia. En mi casa todos hablan de comida. "¿Ese queso es tuyo"? "No, es de todos". "¿La papilla está buena?" "Está buenísima". "Mamá, pídele a la cocinera que haga un cóctel de camarones, yo le enseño". "¿Cómo sabes?" "Lo comí y lo aprendí por el sabor". "Hoy quiero comer solamente sopa de arvejas y sardinas". "Esa carne está demasiada salada". "No tengo hambre, pero si compras pimienta yo como". "No, mamá, ir a comer aun restaurante sale muy caro y yo prefiero comida casera". "¿Qué hay de comer en la cena?"
No, mi casa no es metafísica. Nadie está gordo aquí, pero no se perdona una comida mal preparada. En cuanto a mí, abro y cierro mi cartera para sacar dinero para compras. "Voy a cenar afuera, mamá, pero guárdame un poco de cena". Y en cuanto a mí, me parece bien que en un hogar se mantenga encendido el fuego para lo que venga. Una casa de familiaes es aquélla donde, además de mantenerse el fuego sagrado del amor bien encendido, se mantienen las ollas sobre el fuego. El hecho es que sencillamente nos gusta comer. Y con orgullo soy la madre de esta casa de comidas. Además de comer conversamos mucho sobre lo que sucede en Brasil y en el mundo, conversamos sobre qué ropa es adecuada para determinadas ocasiones. Somos un hogar.


¿INTELECTUAL? NO (1968)

Otra cosa que no parecen comprender los otros es cuando dicen que soy una intelectual y yo digo que no lo soy. De nuevo, no se trata de modestia y sí de una realidad que ni de lejos me hiere. Ser intelectual es usar sobre todo la inteligencia, lo que no hago: lo que uso es la intuición, el instinto. Ser intelectual es también tener cultura, y yo soy tan mala lectora que, ahora ya sin pudor, digo que no tengo realmente cultura. Ni siquiera leí las obras importantes de la humanidad. Además de leer poco: sólo leí mucho, y leía ávidamente lo que me cayera en las manos, entre los trece y quince años de edad. Después pasé a leer esporádicamente, sin orientación de nadie. Esto para no confesar --y esto lo digo con algo de verguenza-- que durante años sólo leía novelas policiales. Hoy en día, a pesar de tener mucho muchas veces pereza para escribir, llego de vez en cuando a tener más pereza para leer que para escribir.
Literarta tampoco soy porque no hice del hecho de escribir libros "una profesión" ni una "carrera". Los escribí recién cuando espontáneamente me surgieron, y sólo cuando realmente quise. ¿Soy una aficionada?
¿Qué soy entonces? Soy una persona que tiene un corazón que a veces se da cuenta, soy una persona que quiso poner en palabras un mundo ininteligible y un mundo impalpable. Sobre todo una persona cuyo corazón late de levísima alegría cuando logra en una frase decir algo sobre la vida humana o animal.


ESPERA IMPACIENTE (1969)

Lo que llamo muerte me atrae tanto que sólo puedo calificar como valeroso el modo como, por solidaridad con los otros, yo todavía me aferro a lo que llamo vida. Sería profundamente amoral no esperar, como los otros esperan, por la hora, sería demasiada astucia de mi parte avanzar en el tiempo, e imperdonable ser más lista que los otros. Por eso, a pesar de la intensa curiosidad, espero.


EL LIBRO DESCONOCIDO (1969)

Estoy buscando un libro para leer. Es un libro muy especial. Yo lo imagino como a un rostro sin rasgos. No sé su nombre ni el de su autor. Quién sabe, a veces creo que estoy buscando un libro que yo misma escribiría. No sé. Pero me hago tantas fantasías con respecto a ese libro desconocido y ya tan profundamente amado. Una de las fantasías es ésta: yo lo estaría leyendo y de pronto, a una frase leída, con lágrimas en los ojos diría en un éxtasis de dolor y de final liberacion: "¡Pero es que yo no sabía que se puede todo, mi Dios!"


JAZMÍN (1973)

Después volveré al mar, siempre vuelvo. Pero hablé de perfume. Me acordé del jazmín. El jazmín pertenece a la noche. Y me mata lentamente. Lucho en contra, y desisto porque siento que el perfume es más fuerte que yo, y muero. Al despertar, soy una iniciada.


NOTA: Tomado de REVELACIÓN DE UN MUNDO, de CLARICE LISPECTOR.
Adriana Hidalgo Editora. Buenos Aires, 2004.

sábado, 15 de octubre de 2011

Oliverio Girondo (Buenos Aires, 1891-1967) el "antilúdico". Tres poemas.



Hace ya muchos años que escucho hablar de la poesía "ludica" de "Oliverio"... Lo cual, claro, no está mal pero que peca de privilegiar esa parte de la profunda obra de un Poeta profundo. Yo prefiero al Poeta no parcializado, (no "desmerecido"), al Poeta todo: me quedo con Oliverio Girondo!
Es cierto que le gustaba inventar palabras, deformarlas, hacerlas otras en nuevos sentidos poéticos. Pero la obra de un poeta consta de períodos, de humores, de reconsideraciones, de experimentaciones varias, de marchas y contramarchas en el camino de su "estilo" --simpre buscado-- o de su voz, no siempre asequible: el lenguaje de la Poesía en la escritura, en el hacerse.
Estos tres poemas que denuncian, interrogan, apelan, son el gráfico de un descenso. Como todo creador, que se asume hijo de su tiempo, Girondo da cuenta del "malestar" de su época. Tal el estado de lo humano me evoca a "Memorias del subsuelo", del gran Dostoievski.
Porque lo lúdico sólo era una pequeña parte en la obra de este gran Poeta argentino.


EXPIACIÓN, (de Embelecos).

Allí,
bajo la tierra,
más lejos que los ruidos,
que el polvo,
que las tumbas;
más allá del azufre,
del agua,
de las piedras;
allí,
en lo convulso,
donde todo se parte,
donde todo se funde,
en ígneo cataclismo,
en calcinante escoria,
en bullente derrumbe,
en mineral catástrofe;
allí, allí,
en cráteres
inestables,
voraces,
en fétidos apriscos,
en valles torturados:
allí,
en lo caótico;
sumido,
amalgamado
en una pasta informe,
viscosa,
putrefacta;
las lenguas carcomidas por vocablos hipócritas,
los pulmones que criban anhelos de serpiente,
las esponjosas manos embebidas de usura,
las visceras heladas de batracios humanos,
los sexos que trafican disfrazados de arcángeles,
las vértebras roídas por rencores insomnes,
todo, todo
hacinado,
revuelto,
confundido,
en un turbio amasijo
de infección
y de pústulas;
adentro del estruendo,
hundido en el abismo,
en una pira enorme
de expiación,
de exterminio.
Allí,
en lo profundo,
debajo de la tierra.

·············


INVITACIÓN AL VÓMITO, (de Persuasión de los días).

Cúbrete el rostro
y llora.
Vomita.
¡Sí!
Vomita,
largos trozos de vidrio,
amargos alfileres,
turbios gritos de espanto,
vocablos carcomidos;
sobre este purulento desborde de inocencia,
ante esta nauseabunda iniquidad sin cauce,
y esta castrada y fétida sumisión cultivada
en flatulentos caldos de terror y de ayuno.

Cúbrete el rostro
y llora...
pero no te contengas.
Vomita.
¡Sí!
Vomita,
antes esta paranoica estupidez macabra,
sobre este delirante cretinismo estentóreo
y esta senil orgía de egoísmo prostático:
lacios coágulos de asco,
macerada impotencia,
rancios jugos de hastío,
trozos de amarga espera...
horas entrecortadas por relinchos de angustia.

·············

DERRUMBE, (de Nocturnos).

Me derrumbé,
caía
entre astillas y huesos,
entre llantos de arena
y aguaceros de vidrio,
cuando oí
que gritaban:
"¡Abajo!"
"¡Más abajo!"
y seguía cayendo,
dando vueltas
y vueltas,
entre ásperas cenizas
y gritos mutilados,
"¡Abajo!"
"¡Más abajo!"
en espiral,
rodando,
envuelto en lo derruido,
en turbios remolinos
de trozos y fragmentos,
de esquirlas,
de gemidos,
"¡Abajo!"
"¡Más abajo!"
entre escombros y ruinas
ululantes,
informes,
a través de la asfixia,
del horror, del misterio,
más allá del aliento,
de la luz,
del recuerdo.

·············



NOTA 1: Tomado de "Obras" de Oliverio Girondo.
Editorial Losada. Buenos Aires, 1991 (Tercera edición).

NOTA 2: El dibujo que ilustra esta página pertenece al mismo Girondo y es tapa de la obra aquí citada.

sábado, 8 de octubre de 2011

CINCO HAIKUS MÍOS, de hijos, padres, lluvias, adioses y pájaros.




Llueve. Se nos inunda el valle.
Una niña escribe una carta.
Qué un pájaro se la lleve.
Y el viento empuje las aguas.

·············

Llueve. Un pájaro me trae un carta.
Todo se inunda tras las montañas.
Miro hacia allí y aseguro los leños.
Mis niños duermen.

·············

La inundación me dejó sola.
Un hijo en el valle. El otro en las montañas.
Sueño. El agua cede. Pero ellos no vuelven.

·············

El agua se llevó todo.
Hasta mis hijos se fueron.
Los extraño en silencio.
Ya no me llaman padre.

·············

La lluvia preña la naturaleza.
Decía la madre de mi madre.
El mundo se ha movido.
Fui niña. escribí una carta.
Un pájaro se la llevó. Llueve.


Rafael Sturla. San Telmo. Distrito Federal. Octubre del 2011.

viernes, 30 de septiembre de 2011

Emily Dickinson: ¿"En dónde está el lugar llamado mañana"? Tres poemas.




¿Habrá realmente un mañana?
¿Habrá una cosa semejante al día?
¿Podría verlo desde las montañas
si yo fuese tan alta como ellas?

¿Tiene pies las Ninfeas?
¿Tiene plumas como un pájaro?
¿Lo traen de países célebres
de los que nunca oí hablar?

¡Erudito! ¡Marinero!
¡Hombre sabio del cielo!
¡Por favor vengan a decir a un pequeño peregrino
en dónde está el lugar llamado mañana!

c. 1859


Yo era lo más insignificante de la casa
--tomé el cuarto más chico--
a la noche mi pequeña linterna, un libro
y un geranio.

Así apostada podía recoger la menta
que nunca dejó de caer
--y mi canasta--
dejadme pensar
estoy segura que esto fue todo.

Nunca hablé --a menos que me hablaran--
luego todo fue breve y mudo
--no podía vivir-- en alta voz,
me avergonzaba el bullicio.

Y si no hubiera sido tan lejos
--si alguien que conozco se hubiera ido--
con frecuencia pensaba que desapercibida
--podía morir--

c.1862


Mi vida murió dos veces antes de morir
y aún queda por ver
si la inmortalidad revela
un tercer evento para mí

tan inmenso, tan desesperanzado de concebir
como éstos que dos veces acontecieron.

Partir es todo lo que necesitamos del cielo,
y todo lo que necesitamos del infierno.

c. 1883 ¿?

NOTA. Tomado de POEMAS, de Emily Dickinson.
Selección y traducción de Silvina Ocampo. Prólogo de Jorge Luis Borges.
Tusquets Editores. Buenos Aires, 1985. Colección Marginales.

sábado, 24 de septiembre de 2011

CINCO HAIKUS MÍOS, de padres, cacerías, trampas, soledades y estrellas.




Mi padre cazaba animales y los cocinaba.
Me quedan esos sabores.
Y el sinsabor del abrazo que nunca me dio.

···········

Mi padre trabajaba con el hacha.
Talaba por necesidad y para distraerse.
Tanto se distrajo y se nos anegó el valle.

···········

Mi padre salía a cazar mujeres.
Yo me quedaba inventando compañías.
Una noche no volvió y no supe cómo salir de esta trampera.

···········

Mi padre cazaba animales y mujeres. Y talaba árboles.
Yo era pequeño, crecía y me hacía más débil.
Lo esperaba, inmóvil, y miraba las estrellas.

···········

No salgo a cazar ciervos.
Huyo de vientos grises.
Quisiera tener la piel más dura.

···········

Rafael Sturla. San Telmo. Distrito Federal. Septiembre del 2011.

sábado, 17 de septiembre de 2011

OLGA OROZCO: "Les jeux sont faits (Las obras se hacen)".




LES JEUX SONT FAITS
(De Con esta boca en este mundo, 1994)

¡Tanto esplendor en este día!
¡Tanto esplendor inútil, vacío, traicionado!
¿Y quién te dijo acaso que vendrían por ti
días dorados en años venideros?
Días que dicen sí, como luces que zumban,
como lluvias sagradas.
¿Acaso bajó el ángel a prometerte un venturoso exilio?
Tal vez hasta pensaste que las aguas lavaban los guijarros
para que murmuraran tu nombre por las playas,
que a tu paso florecerían porque sí las retamas
y las frases ardientes velarían insomnes en tu honor.
Nada me atrae el día.
No hay nada que me aguarde más allá del final de la alameda.
El tiempo se hizo muro y no puedo volver.
Aunque ahora supiera dónde perdí las llaves y confundí las puertas
o si fui solamente que me distrajo el vuelo de algún pájaro,
por un instante, apenas, y tal vez ni siquiera,
no puedo reclamar entre los muertos.

Todo lo que recuerda mi boca fue borrado de la memoria de otra boca;
se alojó en nuestro abrazo la ceniza, se nos precipitó la lejanía,
y soy como la sobreviviente pompeyana
separada por siglos del amante sepultado en la piedra.
Y de pronto este día que fulgura
como un negro telón partido por un tajo, desde ayer, desde nunca.

¡Tanto esplendor y tanto desamparo!
Sé que la luz delata los territorios de la sombra y vigila en suspenso,
y que la oscuridad exalta el fuego y se arrodilla en los rincones.

Pero, ¿cuál de las dos labra el legítimo derecho de la trama?
Ah, no se trata de triunfo, de aceptación ni de sometimiento.
Yo me pregunto entonces:
más tarde o más temprano, mirado desde arriba,
¿cuál es el recuento final, el verdadero, intocable destino?
¿El que quise y no fue?, ¿el que no quise y fue?

Madre, madre,
vuelve a erigir la casa y bordemos la historia.
Vuelve a contar mi vida.


Oo-----o---o-o---o-----oO


Tomado de, RELÁMAPAGO DE LO INVISIBLE (Antología), de OLGA OROZCO.
Fondo de Cultura Económica de Argentina. Buenos Aires, 1997.

sábado, 10 de septiembre de 2011

LEÓN ROZITCHNER: Un largo, necesario y doloroso poema que busca decirse.



A una semana del adiós del Filósofo comparto este extenso poema: para que el mismo hable a quien lo quiera oír y para ser escogido por el don de serlo. Que no piense, quien lo lea en toda su extensión, que lo que se cuenta queda en la vida privada de tres personas porque los dolores que los tocan --que les tocaron vivir-- fue tal vez la más triste, dolorosa y avergonzante página de todas las aberraciones cometidas durante la Dictadura de los GENOCIDAS, liderados por videla, agosti, massera (sí, en minúsculas) y compañía: ¿quién de nosotros --los que interrogamos esa barbárie vernácula, cada uno a su modo y con sus limitaciones y posibilidades-- olvida los "vuelos de la muerte"?

(Dos veces aparece el término Kadish: es la Oración que pronuncian los judíos --los judíos creyentes, claro...-- en homenaje a personas que amaron con una intensidad excepcional).

DEDICATORIA FINAL

Creo que me duele mucho y por eso no puedo.
Tengo que ir a buscar a mano mis recuerdos
más allá de la pantalla y del teclado,
horadar con mi mano labradora
abriendo un hueco en la tierra de mi cuerpo y mi pasado
para encontrar ese fruto escondido y temido en tu cara/judía
lejos de una patria que no dejaste nunca.

Me duele ese pasado y por eso no podía escribirte.
Hay cosas que nos unen pero no podían ser dichas.
Abro mi computadora donde leo: "Carta a León Sigal",
17 de abril de 1996, pero no hay nada escrito.
Fue despuésde verte en París que quise hacerlo.
No la escribí nunca.
Está vacío, sólo el ancho espacio en blanco.
Debo escribirla ahora para decirte algo,
de tu pasado pluscuamperfecto a mi futuro imperfecto.
Me atrevo quizás porque estás muerto.

Debo soportar entonces ver de nuevo
lo que más nos unió y nos separaba,
la mujer cuyo amor compartimos
y que se sumergió en el mar,
arrojada viva
desde un avión de la Marina.
Y allí debo ir a buscarte para encontrarte de nuevo.
aparecés junto a ella al evocarte
y por eso creo qu no puedo.
Encontraría su muerte al evocar la tuya.

Yo la quería y te quería.
Lloro por vos
lloro por ella
lloro por mí,
desaparecidos dispersos por el mundo.
Lloró también tu corazon
que se quebró en Francia de dolores escondidos,
quizás como al mío lo cerró un espasmo doloroso
en la esquina de Saint Germain y Saint Jacques,
donde los encontré de pronto una tarde juntos.
Éramos muchos santos juntos.
Lloro por tu corazón que sangraba como el mío
y que no pudimos nunca hablar de ella,
¿qué podíamos decirnos si callábamos tanto?

Yo escribí "Ser judío"
pero sólo vos lo eras.
Tu cara traía guiños y arrugas del pasado
engranados como los relojes que tu padre arregalaba,
en la mirada perdedora y triste de tus ojos claros
mientras disimulabas una lánguida cojera.
Desde ella un niño callado sabiamente espiando nos/sobraba
desde el fondo de tu historia que me era
y me seguirá siendo obscura.

Me pregunto por vos para evocarte
y sólo me responde un "Soy el que soy",
con el que Dios se anuncia en la Biblia judía.
Al pronunciar tu nombre me sorprendo,
se confunde el tuyo con el mío.
León por León
me resuena tu presencia ida
como si del otro lado yo siguiera vivo
mientras me miro muerto en el León que se ha ido.
En algún lugar oscuro somos los dos uno,
León por León,
León por Diana
en ella confundidos.
Sos el que fuiste,
es cierto,
pero elle me confunde
nos confunde
mezclados y separados
por la distancia abierta
de ambas muertes
como si sólo esperara que la mía llegue
para cerrar esta trinidad vaciada.

Nuestro destino fugaz
por un instante
nos unió para siempre
en lo absoluto
sin quererlo,
porque ambos la quisimos.

Diana Guerrero.
Arrojada desde el aire por ese avión de la Armada /Argentina

habrá volado por los cielos como un ángel de seda,
habrá desafiado espléndida al destino siniestro con sus
/alas,
habrá vencido al horror con sus ojos verdes todavía
/abiertos
mientras las ráfagas del viento la arrastraban,
atraída por el mar, rozando con su rostro el fondo de la
/arena,
absorta ante la muerte,
devorada por la muerte,
como lo estoy hoy
al evocar la de ella con la tuya.
Como quizás ambos la evocábamos en silencio
cuando nos veíamos
sin decirnos nada.
Yo diho hoy Kadish en tu tumba llena,
y también en su tumba de agua, líquida y vacía.

Por eso no te escribí antes
por eso quizás no escribo una novela
ni hago versos
porque no sé qué hacer con los recuerdos
de mis padres y de mis amigos muertos.
No sé qué hacer
cuando una muerte
como la tuya
abre la mía
y siento como si hoy fuera
el último día de la vida.
Soy un sobreviviente moribundo
que quiere vencer la muerte con más vida
y rememoro en este instante final
la vida entera,
lo más bello de ella
que lo contiene todo.
Los trozos escogidos más bellos de la vida.

Polvo enamorado sólo fuimos antes,
que se lleva el viento o el mar, como se la llevó a ella,
pececito de colores y hermosa cabellera ondeando en lo
/profundo
del mar de nuestra vida.
Soy quien por tu muerte vuelvo a encontrarla
al encontrarte,
nos estamos yendo juntos,
cada uno por su lado,
uno por uno,
como se va la gente,
unidos para siempre
en el silencio de la nada,
que está plena y vacía
como el Ser de Hegel
que pensábamos los tres
cuando creíamos en la filosofía.

Y hoy León, como quizás vos lo dijiste en lengua
/hebrea,
te digo al evocarte
lo que no pude decirte cuando te veía.
Cada uno dice y también se dice su propio Kadish
/como puede.
Como si fuera el último día de la vida.


NOTA: Tomado de "El terror y la gracia", de León Rozitchner.
Grupo Editorial Norma. Buenos Aires, 2003.

viernes, 2 de septiembre de 2011

René Char (1907-1988). "La realidad sin la energía dislocadora de la poesía, ¿en qué queda?"



Siendo muy joven René Char ya tenía un modo propio de decir su poesía, y la singular profundidad como para interesar al medio intelectual y poético de su país, promediando la década del treinta. Así se codea muy pronto con los Surrealistas, de tal modo que firma con ellos el Segundo Manifiesto del grupo, de quienes se alejaría más tarde siguiendo los caminos, el camino, que le indicaba su poética. También precozmente llama la atención a poetas ya consagrados, Paul Eluard, y al menos, a dos filósofos, Sartre, primero, y Camus, después, (fue éste que en 1957 se refirió a Char como, "nuestro mayor poeta vivo").
Bastaría esto para interesar... a los que no conocen su obra, pero no quiero pasar por alto su actitud, su posicionarse, en momento críticos de sus coterráneos y de su tiempo. Char combinó Arte y Vida: continuaba viviendo su vida de Poeta y tomaba parte de la Resistencia activa en los tiempos del Gobierno de Vichy, durante la Francia ocupada por los alemanes, (años más tarde lo hizo merecedor de los Premios más altos que da su país).
Comparto aquí tres poemas, pertenecientes a los años que van de 1952 a 1960, con la intención de acercar su voz a los que no la conocen y y tener por los mismos una aproximación a este Poeta que es definido como un "humanista", término que es, a priori, muy amplio, incluso vago. Se dice que su obra es "hermética", sin embargo yo lo veo como hermético abierto, diferente a "hermetismo-estecista-videntista" de Francis Pongé o del "hermetismo cerrado" de Paul Celan (el encomillado es mío). Escribí "hermético abierto" y quiero decir con esto que esa condición --alimentada por cierto fraseo... fragmentado... como una poema breve dentro del poema total-- se hace menos ardua o más asequible si la abordamos teniendo en cuenta su dialéctica interna...
Basta ya de estas especulaciones y escuchemos la voz de René Char.

SOBRE UNA NOCHE SIN ORNAMENTO.
(De "La biblioteca está en llamas y otros poemas").

Mirar cómo matan a golpes a la noche;
seguir bastándonos en ella.

En la noche, poeta, drama y naturaleza son uno,
pero en ascensión y aspirándose.

La noche trae alimento, el sol afina la porción alimentada.

En la noche se detienen nuestros aprendizajes dispuestos
para servir a otro, después de nosotros.
¡Fértil es el frescor de esta guardiana!

Ataca el infinito pero una nube salva.

La noche se adhiere a cualquier solicitud de vida
dispuesta a acabar en primavera
a volar con tempestad.

La noche se colorea de herrumbre
cuando consiente en entreabrirnos las rejas de sus jardines.

Para la mirada de la noche viva,
el sueño no esa veces sino un liquen espectral.

No había que encender el corazón de la noche.
Era menester que lo oscuro prevaleciese
allí donde se cincela el rocío de la mañana.

La noche solamente se sucede a sí misma.
La atalaya solar no es sino
una concesión interesada de la noche.

De la reconducción de nuestro misterio
se cuida la noche; el aseo de los elegidos,
es la noche quien lleva a cabo.

La noche despabila a nuestro pasado de hombre,
inclina su psiqué ante el presente,
pone indecisión en nuestro futuro.

Me colmaré de una tierra celeste.

Noche plenaria en la que el sueño descortés
ya no parpadea, presérvame vivo aquello que amo.

O-------o-----o---

CAEMOS
(De "Por encima del viento").

Mi brevedad sin cadenas.

Besos de apoyo. Tus parcelas dispersas
constituyen de pronto un cuerpo sin mirada.

¡Oh avalancha mía a redropelo!

Totalmente ligada.

Como una cena en el viento.

Totalmente ligada. Devuelta al aire.

Como un camino enrojecido en la roca. Un animal esquivo.

Confundidas la profundidad de la impaciencia
y la paciencia vertical.

La danza volteada. El belicoso látigo.

Tus límpidos ojos agrandados.

Esas ligeras palabras inmortales nunca enlutadas.

Hiedra en su puesto silencioso.

Fronda a la que se acercaba el mar. Contrarraya del día.

Abaja más tu pesantez.

La muerte nos golpea con el revés de su horca.
Hasta que una mañana sobria aparece en nosotros.

O-------o-----o---

EROS SUSPENDIDO
(De "Por encima del viento").

La noche había completado la mitad de su recorrido. En ese mismo instante el enjambre de los cielos iba a caber enteramente en mi mirada. Te vi, primera y única, hembra divina en las revueltas esferas. Desgarré tu vestidura de infinito: desnuda te restituí a mi suelo. El humus móvil de la tierra llegó a todas partes.
Volamos, dicen tus criadas, por el espacio cruel --mientras canta mi trompeta roja.

O-------o-----o---

NOTA.Tomado de La palabra en archipiélago, de René Char.
Ediciones Hiperión. Madrid, 2007.

sábado, 27 de agosto de 2011

CESARE PAVESE: "Pido perdón a todos y a todos perdono. No chismorreen demasiado". Así se depidió el 27 de agosto de 1950.


Vivió tan sólo 42 años: en el tiempo que va de 1908 a 1950. Pero su corta vida le bastó para ubicarse entre los más sólidos e influyentes intelectuales italianos de su época, --a diferencia de esos colegas, su figura y obra no dejan de ser visitada y leída-- como así también novelista y poeta, además de traductor (Steimbeck, Faulkner, Defoe).
Nacío en Santo Stéfano Belbo, en el Piemonte, y emocionalmente... nunca dejó ese lugar. Murió en Turín y lo hizo por propia voluntad, ingiriendo seis sobres de somníferos, en una habitación del Hotel Roma. ¿Qué lo llevó a esta final y fatal decisión? Nadie, nunca lo sabrá. Pero en muchas de las páginas de su Diario permiten acercarse a su pensamiento y su modo de mirar/se en tanto hombre y su obra.
Este nuevo aniversario de su adiós es una oportunidad para acercarnos a él, los que ya los conocemos, para recordarlo, y para quienes aún no lo leyeron, para descubrirlo leyendo sus novelas, poemas y ensayos. (Dicho sea de paso, fue un hombre de libros, pero también un hombre público que supo comprometerse con su época y, siendo antifascista, fue encarcelado por Musolini por esa condición).
Qué los registros de sus últimos tres días en su Diario nos sirvan para ver al Hombre Pavese y un poema (¡qué pecado y arduo es elegir un solo poema suyo!) para escuchar la palabra del Poeta Pavese.

16 de Agosto.

"Querida mía, quizás tú seas verdaderamente la mejor --la verdadera. Pero ya no tengo tiempo para decírtelo, de hacértelo saber --y además, si todavía pudiese, queda la prueba, la prueba, el malogro.
Veo hoy claramente que desde los 28 hasta hoy siempres he vivido bajo esta sombre --alguien la llamaría un complejo. Diga sin embrago que es algo mucho más sencillo.
También tú eres la primavera, una elegante, increíblemente dulce y flexible primavera, suave, fresca, esquiva --corrompida y buena-- "una flor del dulcísimo valle del Po", diría quien yo sé.
Y sin embrago tú eres sólo un pretexto. La culpa, después de mía, es sólo de la "inquieta acongojada que sonríe ella sola".

¿Por qué morir? Nunca he estado tan vivo como ahora, nunca tan adolescente.

Nada se suma al resto, al pasado. Volvemos a empezar siempre.

Un clavo saca a otro clavo. Pero cuatro clavos hacen una cruz.

Mi papel público lo he hecho hasta donde he podido. He trabajado, he regalado poesía a los hombres, he compartido las penas de muchos".

17 de Agosto.

"Los suicidios son homicidios tímidos. Masoquismo en vez de sadismo.

El placer de afeitarme después de dos meses de cárcel --de afeitarme yo, delante de un espejo, en una habitación del hotel, y fuera estaba el mar.

Es la primera vez que hago balances de un año todavía no terminado.

En mi oficio soy rey.
En diez años lo he hecho todo. ¡Si pienso en las dudas de entonces!
Nunca he estado más desesperado y perdido que entonces. ¿Qué he conseguido? Nada. He ignorado durante unos años mis taras, he vivido como si no existiesen. He sido estoico. ¿Era heroísmo? No, no me ha costado nada. Y luego, al primer asalto de la "inquietud acongojada", he vuelto a caer en las arenas movedizas. Desde marzo me debato en ellas. No importan nos nombres. ¿Són algo más que nombres al azar, nombres casuales --si no aquellos, otros? Queda que ahora sé cuál es mi más alto triunfo --y a este triunfo le falta la carne, le falta la sangre, le falta la vida.
No tengo nada que desear en este mundo, salvo lo que quince años de fracasos excluyen ahora.
Este el el balance del año no acabado, que no acabaré.

¿Te asombra que los demás pasen a tu lado y no sepan, cuando tú pasas al lado de tantos y no sabes, no te interesa, cuál es su pena, su cáncer secreto?"

18 de Agosto

"Siempre sucede lo más secretamente temido.
Escribo: Oh Tú, ten piedad. ¿Y después?

Basta un poco de valor.

Cuanto más preciso y determinado es el dolor, más se debate el instinto de vivir, y se debilita la idea del suicidio.

Parecía fácil, al pensarlo. Y sin embargo hay mujercitas que lo han hecho. Hace falta humildad, no orgullo.

Todo esto da asco.
No palabras. Un gesto. No escribiré más".


LA NOCHE

Pero la noche ventosa, la límpida noche
que el recuerdo únicamente rozaba, está distante,
es un recuerdo. Perdura una calma asombrada,
hecha también de hojas y de nada. No queda,
de aquel tiempo allende los recuerdos, sino un vago
recordar.

A veces durante el dia regresa,
en la luz inmóvil del día estival,
aquel remoto estupor

Por la ventana vacía
el niño contemplaba la noche sobre los cerros
negros y frescos y se asombraba al hallarlos hacinados:
vaga y límpida inmovilidad. Entre las frondas
que susurraban en la oscuridad, asomaban los cerros
donde todas las cosas del día, las laderas
y las plantas y las viñas eran nítidas y muertas
y era otra la vida, de viento, de cielo
y de hojas y de nada.

A veces regresa,
en la inmovilidad calma del día, el recuerdo
de aquel vivir absorto, en la luz asombrada.



NOTA. Tomado de "El oficio de vivir"-(Diario). (Seix Barral. Buenos Aires, 1993) y de "Poesías Completas". (Visor Libros. Madrid, 1995) de Cesare Pavese, respectivamente.

viernes, 19 de agosto de 2011

UN CABALLO ROJO, FURIOSAMENTE ROJO. (Un capítulo de la novela en la que estoy trabajando).



BREVE INTRODUCCIÓN.
Son los oscuros años del Proceso. Edgardo C. Castró, personaje de mi segunda novela --"UNA TERCERA NOVELA ANTES DE MI PROPIO FIN", 2009-- ha sido detenido, secuestrado y se halla en una celda, solo; intuye que es el edificio --que ha dibujado mentalmente y apoyándose en los recuerdos de sus pasos por largos pasillos y niveles diferentes-- de la ESMA, pero no puede afirmarlo. Está solo allí, la celda de su propio cuerpo, y para no enloquecer escribe, escribe en hojas de papel que alguien se lo pasa por debajo de la puerta. Ha perdido noción del tiempo y todo contacto con el afuera. Está solo y se inventa la compañía de Rebeca, Rebequita, una perra colincha, petisa, de pelo atigrado y ojos saltones, que hará de testigo de su rumiar y girar en círculos para no entumecerse y será, también, su confidente e interlocutora. Escribe, porque es escritor, y porque allí es lo único que puede hacer: y es, también, lo que lo puede salvar de la locura del silencio: el silencio de su celda, empotrada en un edificio que, intuye enorme, y del silencio de su propio pensar, devariar, preguntarse... Escribe, como puede hacerlo un hombre maduro, que ha sido --a través de los meses y años-- largamente torturado en largas sesiones de tormento. Escribe como puede...


UN CABALLO ROJO, FURIOSAMENTE ROJO.

"Ninguna creación es inocente. A ver: si en un tapiz recreás un paisaje, con árboles cerca de un arroyo, con pájaros, delante de unas suaves colinas, entonces estás mostrando sólo eso. Ahora, si a ese paisaje le agregás un caballo rojo, furiosamente rojo... entonces estás creando y ahí aparece, puede aparecer el signo... aparecen los interrogantes, los intérpretes, los que califican, los que censuran, los que te pueden decir, ¡NO!.
Si pintás una bandera, una celeste y blanca, doblada a los pies de un caballo con piernas ortopédicas... entonces aparece el signo, aparece el conflicto, aparecen los que pueden decirte, ¡NO!
Si dibujás un avioncito, en un vuelo nocturno (sabés que acá se escuchan rumores semejantes) y arrojando personas dopadas al río... ¡Entonces en un par de horas más tarde podés ser "boleta"...!!!
Ningún arte es inocente... Hablo de Arte y de Creación: no de destreza técnica para copiar un modelo, reproducir un paisaje.
Si yo me diese, Rebequita, a malgastar papel y te dibujase sonriendo con los dientes celeste y blancos pero con manchitas de un podrido amarillo marrón de la nicotina... entonces estaría tentándolos a Ellos: ¡si lo vieran me darían "máquina" aquí mismo!
Por mí... ya estoy acostumbrado... ¡Me han dado tanta biaba! Pero no me gustaría que Ellos me torturen delante de vos, Rebequita. ¡Pobrecita!, te podría qudar una gran angustia y un tormento permanente en el alma y no sería justo que una pequeña criatura como vos sufra por estos desalmados milicos.
Escuchame bien Rebequita: ninguno de Ellos, ninguno de estos malditos uniformados con rosario al cuello, ninguno de Ellos valen lo que vos, ¡Ninguno!
Si Ellos me escucharan hablándote dirían que estoy haciendo arte oral ¡"degenerado"!
Aquí adentro tenemos que cuidarnos, Rebeca, cuidarnos y mucho. Cuidarnos y resistir, para salir los dos y juntos, de este lugar, cuando sus puertas , porque algún día tendrá que pasar.. cuando sus puertas se abran a la calle... y se abran para nosotros"



ROSARIO, 20 de agosto del 2011


miércoles, 10 de agosto de 2011

Delmira Agustini. "Un meteoro deslumbrante que atravesó el cielo de la poesía". Tres poemas.



Muy joven comenzó a publicar su poesía. Muy joven se relacionó con destacados intelectuales rioplatenses. Muy joven se casó, en un maltrazado matrimonio. ¡Y muy joven dejó esta vida la poetisa Delmira!
Nació montevideana en 1886 y en esa misma ciudad dejó su vida, en 1914, la que le fue quitada por quien había sido su marido. De manera trágica la perdió: con dos disparos de quien supo profesarle amor... (Enrique Job Reyes, se llamaba el homicida).
Tan sólo vivió 28 años. Tan breve vida le alcanzó para ser situada en un lugar de preferencia en la Poesía en nuestra lengua. Tan lograda voz poética que llevó a decir al crítico uruguayo Alberto Zum Felde, en su Prólogo a Poesías Completas, que "Su vida fue un meteoro deslumbrante que atravesó el cielo de la poesía, dejando un rastro imborrable de sangre y de fuego". Me parece una feliz metáfora en tanto "meteoro": el de un paso fugaz, breve, a la vez que poderoso por lo que ha dejado tras su paso.
Valgan estos tres poemas (que transcribo respetando aún los errores... eventuales de la Edición de Losada) para, tal vez, acercar a unos a su lírica, y a otros, para refrescarles su voz: la voz de la poetisa, Delmira, que sigue escribiendo en tanto nuevos lectores la "descubren" y prestan oído a sus versos.


EXPLOSIÓN, de El libro blanco (1907).

¡Si la vida es amor, bendita sea!
¡Quiero más vida para amar!
Hoy siento que no valen mil años de la idea
lo que un minuto azul de sentimiento.

Mi corazón moría triste y lento...
Hoy abre en luz como una flor febea.
¡La vida brota como un mar violento
donde la mano del amor golpea!

Hoy partió hacia la noche, triste, fría,
rotas las alas mi melancolía;
como una vieja mancha de dolor
en la sombra lejana se deslíe...
¡Mi vida toda, canta, besa, ríe!
¡Mi vida toda es una boca en flor!

-----O-----o---

LA BARCA MILAGROSA, de Cartas de la mañana (1910).

Preparadme una barca como un gran pensamiento...
La llamarán "La Sombra" unos, otros "La Estrella".
No ha de estar al capricho de una mano o de un viento:
¡yo la quiero consciente, indomable y bella!

La moverá el gran ritmo de un corazón sangriento
de vida sobrehumana; he de sentirme en ella
fuerte como en los brazos de Dios. En todo viento,
en todo mar templadme su prora de centella.

La cargará de toda mi tristeza, y, sin rumbo,
iré como la rota corola de un nelumbo,
por sobre el horizonte líquido de la mar...

Barca, alma humana: ¿hacia qué tierras nuncas vistas,
de hondas revelaciones, de cosas imprevistas
iremos?... Yo ya muero de vivir y soñar...

-----O-----o---

BOCA A BOCA, de El Rosario de Eros (1924).

Copa de vida donde quiero y sueño
beber la muerte con fruición sombría,
surco de fuego donda logra Ensueño
fertes semillas de melancolía.
Boca que besa a distancia y llamas
en silencio, pastilla de locura
color de sed y húmeda de llamas...
¡verja de abismos es tu dentadura!

Sexo de un alma triste de gloriosa,
el placer unges de dolor: tu beso,
puñal de fuego en vaina de embeleso,
me come en sueños como un cáncer rosa...
Joya de sangre y luna, vaso pleno
de rosas de silencio y de armonía.
nectario de su miel y su veneno,
vampiro vuelto mariposa al día.

Tijera ardiente de glaciales lirios.
Panal de besos, ánfora viviente
donde brillan delicias y delirios
fresas de aurora en vino de poniente...
Estuche de encendidos terciopelos
en que su voz es fúlgida presea,
alas del verbo amenazando vuelos,
cáliz en donde el corazón flamea.

Pico rojo del buitre del deseo
que hubiste sangre y alma entre mi boca,
de tu largo y sonante picoteo
brotó una llaga como flor de roca.

Inaccesible... Si otra vez mi vida
cruzas, dando a la tierra removida
siembra de oro tu verbo fecundo,
tú curarás la misteriosa herida:
lirio de muerte, cóndor de vida.
¡Flor de tu beso que perfuma al mundo!

-----O-----o---


NOTA: Tomado de "Poesías Completas", de Delmira Agustini.
Editorial Losada. Buenos Aires, 2008.

jueves, 4 de agosto de 2011

FERNANDO PESSOA. La calma desesperación elegida: un "capítulo-ensayo" de mi segunda novela.



Entre los años 2008 y 2009 escribí mi segunda novela, UNA TERCERA NOVELA ANTES DE MI PROPIO FIN, en ella el protagonista --un escritor porteño, de mediana edad, obeso, alcohólico, depresivo, solitario-- se propone, en una larga noche de septiembre de 1972 en su casa en el barrio de Barracas, en el Sur de la violenta Buenos Aires de los violentos setentas, pasarla sin beber una gota de alcohol: mientras lo intenta escribe recordando algunas de sus experiencias pasadas y recientes. Hace frío en esa noche de septiembre. Quiere beber fuertes bebidas pero se niega y se auxilia en la escritura: intentando escribir.
Comparto aquí un capítulo "ensayo" y lo hago a pedido de algunas de mis amigas.


LA CALMA DESESPERACIÓN ELEGIDA

"Así se escribe. Así se bebe. Así se dura. Trabajando. Bebiendo. Escribiendo. Escribiendo. Escribiendo en su propio nombre y brindando, en silencio, por sí mismo. Escribiendo por los otros, con ellos y en ellos. Son dobles suyos. Imágenes encarnadas en sí mismo. Siendo él escribirá como decenas de otros sí mismo. Heterónimos, así los llamamos; pero son más que eso, rudimentario. Escribió siendo muchos otros, pero los más reconocidos, y tal vez los más importantes, fueron Alberto Caeiro, Ricardo Reis, Álvaro de Campos y Bernardo Soares, con cuyo nombre nos legó uno de los textos más dolorosos y personales e inolvidables texto del siglo, LIBRO DEL DESASOSIEGO, y que yó conocí por medio de una amiga que estudiaba el idioma portugués. Escribiría con sus nombres o cualquiera de los otros. Día a día, noche a noche, irá escribiendo y bebiendo. Escribiendo y escribiéndose hasta agotarse y bebiendo hasta el hartazgo. Escribiendo y llenando un baúl de sus escritos: baúl que, quizá, sería su única pertenencia. Un baúl lleno de sus poemas y escritos que tras su muerte irá descubriendo para el mundo su tesoro, el tesoro de este poeta que escribió muchas de sus páginas de pie y bebiendo junto a la barra del café Brasileiro o del Martinho de Arcada. Escritura singular que puede decirse es algo así como el resumen de tantas y diversas escuelas filosóficas de la Grecia Antigua y de la Roma posterior.
Hombre y poeta. poeta y prosista. Creador y alcohólico. Hombre sensible quese pierde, con consciencia, para sí y para los demás. El alcohol le mina la salud y le acorta la vida, pero él sigue escribiendo y bebiendo. Alternando las horas del trabajo, llevando los libros del "patrón Vazquez", con las horas en el café, bebiendo y escribiendo. No tenía nada y le faltaba todo. Alguna vez tuvo una tía y vivía en su casa, después vivió solo en su cuarto de pensión durante largos y solitarios años. No tenía familia, no tenía mujer ni hijos y no se le conocieron novias o amantes, (aunque quizá hubo una mujer... sólo quizá). No tenía propiedades materiales y apenas contaba con una modestísima renta que no le alcanzaba para vivir y lo obligaba a recorrer la Rua dos Douradores cada jornada.
Bebía para hacer tolerable su vida solitaria: beber era un modo de suicidarse, de "vomitarse", decía. Una forma de morirse antes, de retirarse antes de su Lisboa a la que cantó como ninguno antes. Vivió todo lo que pudo. Escribió hasta más no poder y más. Bebió hasta que todo su valle se anegó, y se les rompieron todos los diques: bebió hasta que reventó. Oficialmente murió "de cirrosis". Cuando murió se fueron con él todos sus heterónimos. Pero volvamos hacia atrás, hacia sus días comunes...

Sale hacia su trabajo. Camina firme sobre sus zapatos negros y con cordones. Va prolijamente vestido en su traje negro y camisa blanca con moñito, su abrigo y sombrero, y lente con montura, y un bigote bien cuidado. Invariablemente lleva un cigarrillo entre los labios. Va hacia su trabajo sabiendo que debe resignarse a que pasen las horas y librarse de esa obligación y caminar hasta el café Brasileiro o el Martinho de Arcada para beberse un "macieira", (aguardiente, o vasos de vino tinto o blanco, le daba lo mismo. Pero camina hacia su labor diaria: allí corregirá números, ordenará otros, revisará papeles, firmará cada diario control de las cuentas, así todo el día hasta que a la hora de la salida saludará a los compañeros y se retocará la ropa antes de salir y desandará el camino por la Rua dos Douradores hasta un café. Caminará tratando de llenarse, con fruición, de los incontables y nimios detalles de las casas y de los paseantes de su querida Lisboa.

Ya en el café que hubiera elegido esa tarde pedía su primer vaso fuerte y de pie escribía, siendo siempre, o casi siempre, otros: esos dobles de sí mismo pero que no eran él y que tenían, cada uno de ellos, su nombre propio, su fe, su visión del mundo, su ideología, su humor y un definido estilo a la hora de expresarse por escrito, la única dimensión por la que fueron, pudiendo ser y siendo por medio del poeta-receptáculo. Era el cántaro y el agua contenida allí.

Después de horas de escribir y beber se despedía, discretamente, y retomaba la Rua que lo dejaría en su cuarto rentado. Allí se quitaría el saco y el sombrero, se serviría un trago y escribiría un rato más.

Así sería por largos años hasta que su debilitada, su minada, salud le dijo basta y estalló del alcohol: tenía 47 años. Y fue enterrado con el nombre de uno de sus dobles. Él, que escribío de la ilusión de la libertad, del mundo de los sueños y de las sombras, ahora, en su muerte, vestía de sueños y de sombras su propio nombre en la lápida.
Había escrito infatigablemente. Había bebido incansablemente. Se había creado dobles para poder ser, él mismo en ellos.

Su obra está ubicada entre los más altos alcances literarios de este siglo.

Este incomparable y singular poeta y filósofo (sin título), este humanista irrepetible, cuya voz duele y llama a la comprensión se llamaba FERNANDO PESSOA.

En LIBRO DEL DESASOSIEGO, en el apartado 262, escribió, "No soy nadie. No sé sentir, no sé pensar, no sé querer. Soy el personaje de una novela que alguien escribirá". Escribió esto como Bernardo Soares, pero lo dijo únicamente como el mismo podía decirlo.

Supe tener amigas, pero se han ido alejando: se negaban a ver cómo me obstinaba en arruinarme y, lo que es peor, cómo atrofiaba mis talentos. Recuerdo que hablando cierta vez con una de ellas, sobre mi idea de suicidarme, me preguntó qué sería de todos mis personajes, los que ya eran parte de las dos primeras novelas y aquellos que bocetaba para posibles cuentos y para mi fracasada tercera novela, recuerdo con claridad que le dije, "yo también soy un personaje a la par de ellos". Y es que tantas veces me sentí un personaje de novela, ya desde tiempo antes de mi entrega voluntaria al alcohol. Pasaron los años y me convertí, no en un personaje de novela, sino en un personaje borracho de una novela que quizá alguien escriba".



NOTA: Tomado de UNA TERCERA NOVELA ANTES DE MI PROPIO FIN.
Copyright RAFAEL STURLA.
Buenos Aires, 2009. Registro de Propiedad Intelectual en trámite.

sábado, 23 de julio de 2011

GUSTAVE FLAUBERT: "Memorias de un loco" o de sus primeros firmes pasos hacia la madurez.



Tan sólo tenía 17 años cuando, en 1838, el adolescente Gustave dio finalizado este relato autobiográfico y ya se ven en él trazos maduros, donde no se dejan ver tanteos, vacilaciones, pasos en falso, y si bien aún, quizás, no tiene un estilo definido, posee lo que una prosa deben tener: la facilidad para ser leída en tanto fluidez del relato.Este jovencísimo Flaubert deja sus estudios de Derecho, debido a la fragilidad de sus salud, y se consagra a la literatura. Décadas más tarde se convertiría en un clásico entre los clásicos. Su título consagratorio fue "Madame Bovary", seguido por "La educación sentimental" y de "La tentación de San Antonio", pieza teatral que gustó mucho a J.L. Borges y que le llevó a decir, tan proclive... a magnificar algunas obras y autores, que "... fue el primer Adán de una especie nueva: la de un hombre de letras como sacerdote, como asceta y casi como mártir" (en el prólogo de Antonio Oviedo). Menciono aquí dos novelas, sin restarle importancia dentro del corpus de su obra, "Salambó", riquísima en detalles y descripciones en los tiempos de los faraones, y "Bouvard y Pécuchet", relato de los frustrados intentos de ambos en la educación de un niño.
Les dejo aquí un capítulo de estas Memorias del primer Flaubert, ése que llegó a ser un imprescindible para quienes amamos los clásicos. Un imprescindible para los que hemos sufrido con la campesina Ema, la sedienta Ema, la que insistiría en dar un poco de aire a su rutinaria vida -al lado del rústico médico Charles Bovary- por medio de la lecturas de diversas novelas: insistencia libresca que nos regaló un feliz término: el bovarismo.

MEMORIAS DE UN LOCO. XVIII

"Si tuve algún momento de entusiasmo, se lo debo al arte. Y, sin embargo, ¡qué vanidad, el arte! Querer pintar al hombre en un bloque de piedra, o el alma en unas palabras, los sentimientos mediante sonidos, y la naturaleza sobre una tela barnizada...
No sé qué poder mágico posee la música; soñé durante semanas enteras con el ritmo acompasado de una tonada o con los extensos contornos de un coro majestuoso; hay sonidos que ingresan en mi alma y voces que me regocijan.
Me gustaba la orquesta que rugía con raudales de armonía, sus vibraciones sonoras y ese extraordinario vigor que parece tener músculos y que muere en la punta del arco. Mi alma seguía la melodía, desplegaba sus alas hacia el infinito, ascendía en espiral, pura y lenta, como un perfume hacia el cielo.
Me gustaba el ruidom los diamantes que brillan bajo las luces, todas esas manos de mujer, enguantadas, que sostenían flores y aplaudían; miraba el ballet que daba saltitos, los vestidos rosas ondulantes, escuchaba los pasos caer al compás, miraba las rodillas desprenderse blandamente y las cinturas inclinarse.
En otras ocasiones, absorto en las obras del genio, cautivado por los lazos con que, en aquellos momentos, nos encadena al murmullo de todas esa voces, a la exclamación halagadora, a ese zumbido lleno de encantos, ambicionaba el destino de esos hombres fuertes que manipulan a la multitid como si fuera plomo, que la hacen llorar, gemir, arder de entusiasmo. ¡Cuán vasto debe ser el corazón de aquellos que dejan al mundo entrar en él, y cuán defectuoso es todo en mi naturaleza! Convencido de mi impotencia y de mi esterilidad, comencé a sentir un odio envidioso; me decía a mí mismo que todo eso no era nada, que el azar, nada más, había dictado esa palabras. Echaba barro sobre las cosas más elevada que yo envidiaba.
Me había burlado de Dios; bien podía reírme de los hombres.
Sin embargo, ese humor sombrío sólo era pasajero, y sentía un verdadero placer al contemplar el genio que resplandece en el fuego del arte como una larga flor que abre una roseta de perfume al sol del verano.
¡El arte! ¡El arte! ¡Qué bello es a pesar de su vanidad!
Si hay sobre la tierra una creencia que adoramos, si existe algo santo, puro, sublime, algo que tienda a ese inmoderado deseo de lo infinito y de lo vago que llamamos alma, eso es el arte.
¡Y qué pequeñez! Una piedra, una palabra, un sonido, la disposición de todo lo que llamamos lo sublime.
Desearía algo que no necesitara expresión ni forma alguna, algo puro como un perfume, fuerte como la piedra, inasible como un canto, que fuera a la vez todo eso y ninguna de esas cosas.
Todo en la naturaleza me parece limitado, mezquino, fallido.
El hombre, con todo su genio y todo su arte, no es más que un miserable imitador de algo más elevado.
Desearía lo bello en lo infinito, pero sólo hallo en él la duda".



NOTA: Tomado de, MEMORIAS DE UN LOCO, de GUSTAVE FLAUBERT.
Libros del Zorzal. Buenos Aires, 2004.

sábado, 16 de julio de 2011

Alfonsina, Sylvia, Alejandra: "al cielo por el camino más arduo".



ALFONSINA STORNI, SYLVIA PLATH, ALEJANDRA PIZARNIK.

Tres mujeres. Tres poetisas. Tres, que hicieron de las Palabra su República. Vasto territorio que permite a sus hijos habitarla con su propios decires, con sus modos de apropiarse de la Palabra, las palabras. Tres mujeres, tres poetisas, que las hicieron suyas para decir/se en poemas --de los otros, y para otros-- y para relatarse, aunque siempre en forma elíptica e incompleta --en los poemas que escribieron desde las provincias/parcelas del alma que, en sus sufrimientos y vértigos, se mantienen intocadas. Alfonsina, Sylvia, y Alejandra hicieron de la Poesía su modo de nombrar Mundo: hacerlo desde y con la Palabra. La que no pudieron nunca hacerla praxis afectiva, contendora, y dadora de sentido, sostenida en el tiempo. De ahí... que, finalmente, dijeron sus palabras y se quitaron a la vida, a la Poesía, y se retiraron de este mundo por propia voluntad. Y lo hicieron cuando aún les quedaba mucho por vivir y por escribir: por cultivar/se en el Don poético, en su "horizonte poeticizado" (expresión mía y que tomo de un viejo poema que me pertenece). Al morir Alfonsina tenía 46 años, Sylvia 31 y, Alejandra, 36. ¿Qué las llevó a tomar la extrema decisión de quitarse la vida? Sólo en sus poemas podemos intentar rastrear algunas huellas de difusos senderos... Cada una de ellas vivió su circunstancia y cada una dimensionó las distintas experiencias (soledad, desamor, ausencia, etc.) como pudo. Aquí tres poemas para rescatarlas, abrazarlas, y volverlas a sentir y pensar en sus palabras.

ALFONSINA STORNI (1892-1938).

LA INÚTIL PRIMAVERA (De "Antología poética". Editorial Losada, 1968).

Veintiocho veces van que yo la veo
Trabajando capullos del rosal:
Llegó cumpliendo ardiente mi deseo,
Cuando la tuve todo ha sido igual.

Preparé un himno y se murió en gorjeo,
Me eché a ser río y terminé canal.
--En otra primavera... Devaneo.
Ya está de nuevo y sigo con mi mal.

Veintiocho veces van. De diez ya guardo
Memoria triste de aquel paso tardo
Con que los días del invierno van

Hollando el alma para hacerla casa.
Veintiocho veces van que inútil pasa.
¿Cuántas por verla aún me faltarán?


SYLVIA PLATH (1932-1963).

TEMORES (De "Árboles de Invierno", 1971).

Esta pared blanca
sobre la que el cielo hácese a sí mismo:
infinita, verdad, intocablemente intocable.
Los ángeles se bañan en ellas,
y las estrellas igualmente, en indiferencia también.
Mi medio son.
El sol se disuelve contra esa pared, desangrándose en sus luces.

Gris es la pared ahora, desgarrada y sangrienta.
¿Cómo salir de la mente?
Los pasos a mi saga concéntranse en un pozo.
Este mundo carece de árboles y de pájaros,
sólo hay agrura en él.

La pared roja no hace más que sobresaltarse:
un puño rojo se abre y se cierra,
dos papelosas bolsas grises:
he aquí mi materia, bueno: y terror también
a que llévenme entre cruces y una lluvia de lástimas.

Irreconocibles pájaros en una pared negra:
torciendo el cuello.
¡Esos sí que hablan de inmortalidad!
dos frías balas se nos aproximan:
con mucha prisa vienen.


ALEJANDRA PIZARNIK (1936-1972).

CASA DE LA MENTE (De "Poesía Completa". Editorial Lumen, 2010).

la casa mental
reconstruida letra por letra
palabra por palabra
en mi doble figura de papel

atraviesa el mar de tinta
para dar una nueva forma
a un nuevo sentimiento

abre la boca
verde de sin raíces
la palabra sin su cuerpo

un nuevo orden musical
de colores de cuerpos de excedentes
de formas pequeñas
que se mueven gritan dicen nunca
la noche dice nunca
la noche me pronuncia
en un poema



NOTA: La obra, "El hombre ante el infinito" (1950) que ilustra esta nota pertenece a Rufino Tamayo (Oaxaca, México, 1899-1991).

viernes, 8 de julio de 2011

BERTOLT BRECHT. Tres poemas, (para preguntar e inquietar al ciudadano).



BERTOLT BRECHT no necesita presentación; pero vale consignar que lo conocemos en tanto dramaturo y director teatral, pero no en su faz poética, género que practicó y encaró... como un modo más de hablar de aquello que quería hablar: el ciudadano, en tanto "moldeado" por su tiempo y al que no siempre desafía... Sus poemas son la continuidad de su dramaturgia en la que desarrolla la pasividad o, dicho en otras palabras, de la blanda y porosa receptividad, ¡tantas veces acrítica!, que permite que otros decidan por las multitudes, pero también por el hombre, el ciudadano, que forma parte de aquellas, (La irresistible ascensión de Arturo Ui y Ópera de dos centavos, son un claro ejemplo de ésto). Así también sus poemas están esculpidos "al milímetro"... Poemas pensados para preguntar, cuestionar, poner en duda lugares creídos estables hasta el momento. Arriesgo aquí que una permanente tensión recorre su poesía: entre el ser y el parecer, entre lo que está y el cómo debe ser de lo que está, entre la comodidad (pasividad) y las buenas voluntades (sólo enunciadas). Cito a Roland Barthes, "En el fondo, la grandeza de Brecht, y también su soledad, consiste en que inventa sin cesar el marxismo. El tema ideológico, en Brecht, podría definirse con gran exactitud como una dinámica de hechos que mezcla la constatación y la explicación, la ética y la política: de acuerdo con la enseñanza profunda del marxismo, cada tema es a un tiempo expresión y deseo de los hombres y de las cosas, es a un tiempo cuestionador (porque desenmascara) y reconciliador (porque explica)".
Comparto aquí tres de sus poemas.


CONTRA LA SEDUCCIÓN

No se dejen seducir,
que después no habrá retorno.
El gran día se avecina,
el viento trae la noticia:
ya no habrá otro amanecer.

No se dejen engañar
que la vida no es poca cosa.
Bebanla a grandes tragos:
que no quedarán hartos
cuando la tengan que dejar.

¡No se dejen confromar!
El tiempo no les va a sobrar.
¡Qué se pudran los redimidos!
Vivir aquí es decisivo:
Nadie dispone de más.

¡No se dejen seducir!
No admitan la explotación.
¿Qué miedo los va a conmover?
Morirán como las bestias.
¡Y después no hay nada más!


NUESTRAS DERROTAS NO DEMUESTRAN NADA

Cuando los que luchan contra la injusticia
muestran sus caras ensangrentadas,
la incomodidad de los que están a salvo
es grande.

¿Por qué se quejan ustedes?, les preguntan.
¿No han combatido la injusticia? Ahora
ella los derrotó.
No protesten.

El que lucha debe saber perder.
El que busca pelea se expone al peligro.
El que enseña la violencia
no debe culpar a la violencia.

Ay, amigos.
Ustedes que están asegurados,
¿por qué tanta hostilidad?
¿Acaso somos vuestros enemigos
los que somos enemigos de la injusticia?
Cuando los que luchan contra la injusticia
están vencidos,
no por eso tiene razón la injusticia.

Nuestras derrotas lo único que demuestran
es que somos pocos
los que luchamos contra la infamia.
Y de los espectadores, esperamos
que al menos se sientan avergonzados.


ELOGIO DEL ESTUDIO

Aprende lo más simple.
¡Nunca es tarde para aquellos
cuyo tiempo ha llegado!
Aprende el alfabeto. No alcanza
¡pero apréndelo! No te desanimes.
¡Empieza ya! ¿Debes saberlo todo!
Prepárate para gobernar.

Aprende, marginado, hombre del campo,
aprende, ocupante de la cárcel,
aprende mujer atada a la cocina,
aprende, sexagenaria!
Prepárate para gobernar.
Ven a la escuela, hombre sin techo.
El saber es para ti que tienes frío.
Hambriento: toma con fuerza el libro: es un arma.
Prepárate para gobernar.

¡No temas preguntar las cosas, camarada!
No te dejes influenciar,
averigua tú mismo.
Lo que no sabes por cuenta propia
no lo sabes.
Revisa la cuenta.
Eres tú el que la paga.
Pon el dedo sobre cada cifra.
Pregunta: ¿Cómo llegó hasta aquí?
Prepárate para gobernar.



NOTA. Tomado de "80 poemas y canciones", de Bertolt Brecht.
Adriana Hidalgo Editora. Buenos Aires, 2004.