
Mi padre cazaba animales y los cocinaba.
Me quedan esos sabores.
Y el sinsabor del abrazo que nunca me dio.
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Mi padre trabajaba con el hacha.
Talaba por necesidad y para distraerse.
Tanto se distrajo y se nos anegó el valle.
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Mi padre salía a cazar mujeres.
Yo me quedaba inventando compañías.
Una noche no volvió y no supe cómo salir de esta trampera.
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Mi padre cazaba animales y mujeres. Y talaba árboles.
Yo era pequeño, crecía y me hacía más débil.
Lo esperaba, inmóvil, y miraba las estrellas.
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No salgo a cazar ciervos.
Huyo de vientos grises.
Quisiera tener la piel más dura.
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Rafael Sturla. San Telmo. Distrito Federal. Septiembre del 2011.
Muy buenos, bravooo!!!
ResponderEliminar¡Escribes precioso!, se me han mojado los ojos al leer tus versos.
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