viernes, 17 de diciembre de 2010

CON ESTAS PALABRAS TE MATARÉ: ustedes, ¡No!

Ustedes, ¿No!
Ustedes.

sudacas
yankis
gringos
otros

rojos
judíos
turkos
otros

chinos
koreanos
ponjas
otros

católicos, protestantes, musulmanes, otros

negros
amarillos
blanquitos
otros

bolitas
paraguas
perucas
otros

shillenos
gallegos
yoruguas
otros

cabecitas
villeros
piqueteros
okupas
otros

peronachos, radichetas, comunistas, troskos, otros

sidosos
obesos
adictos
otros

enanos, bizcochos, mogólicos, otros

maricas, putazos, traga sables, otros

renguitos
pelados
cieguitos
otros

gordas, chismosas, trolas, otras

histéricas, perras, prostitutas, travas, otras

locos, tarados, esquizofrénicos, otros

niños bien
chetos caretas
pibes chorros
otros

Ustedes, ¡NO!

¿Yo?, Yo, tampoco.

Rafael Sturla es mi nombre
tengo ya más de cuatro décadas vividas
no fundé familia
no tengo mujer ni hijos
no tengo novia, amigovia, ni amante

Me gustan las mujeres y nunca pagué por sexo

Soy heterosexual y apoyo iguales derechos civiles para todos

No tengo casa propia
No tengo título profesional
No tengo auto, moto, ni cuanta bancaria

Sólo tengo
más de tres mil libros en mi biblioteca
demasiados poemas de mí autoría
una docena de cuentos y relatos
tres novelas terminadas, corregidas e inéditas

A mí, ¿cómo me llamarán?

¿Bicho raro, puto, pajerito,
guacho, perdedor, inadaptado,
mediocre, don nadie, inútil?

Nuestras palabras matan, ¡Crean desigualdades!
Hacen más feo el mundo/
menos amables las calles

¿Hasta cuándo seremos homicidas apelativos? ¿Hasta cuándo?

Las palabras que no nos matan, no nos fortalecen:

pueden dejarnos más débiles, más encerrados, menos nosotros.

La preguntas es la misma: ¿Hasta cuándo?