sábado, 15 de octubre de 2011

Oliverio Girondo (Buenos Aires, 1891-1967) el "antilúdico". Tres poemas.



Hace ya muchos años que escucho hablar de la poesía "ludica" de "Oliverio"... Lo cual, claro, no está mal pero que peca de privilegiar esa parte de la profunda obra de un Poeta profundo. Yo prefiero al Poeta no parcializado, (no "desmerecido"), al Poeta todo: me quedo con Oliverio Girondo!
Es cierto que le gustaba inventar palabras, deformarlas, hacerlas otras en nuevos sentidos poéticos. Pero la obra de un poeta consta de períodos, de humores, de reconsideraciones, de experimentaciones varias, de marchas y contramarchas en el camino de su "estilo" --simpre buscado-- o de su voz, no siempre asequible: el lenguaje de la Poesía en la escritura, en el hacerse.
Estos tres poemas que denuncian, interrogan, apelan, son el gráfico de un descenso. Como todo creador, que se asume hijo de su tiempo, Girondo da cuenta del "malestar" de su época. Tal el estado de lo humano me evoca a "Memorias del subsuelo", del gran Dostoievski.
Porque lo lúdico sólo era una pequeña parte en la obra de este gran Poeta argentino.


EXPIACIÓN, (de Embelecos).

Allí,
bajo la tierra,
más lejos que los ruidos,
que el polvo,
que las tumbas;
más allá del azufre,
del agua,
de las piedras;
allí,
en lo convulso,
donde todo se parte,
donde todo se funde,
en ígneo cataclismo,
en calcinante escoria,
en bullente derrumbe,
en mineral catástrofe;
allí, allí,
en cráteres
inestables,
voraces,
en fétidos apriscos,
en valles torturados:
allí,
en lo caótico;
sumido,
amalgamado
en una pasta informe,
viscosa,
putrefacta;
las lenguas carcomidas por vocablos hipócritas,
los pulmones que criban anhelos de serpiente,
las esponjosas manos embebidas de usura,
las visceras heladas de batracios humanos,
los sexos que trafican disfrazados de arcángeles,
las vértebras roídas por rencores insomnes,
todo, todo
hacinado,
revuelto,
confundido,
en un turbio amasijo
de infección
y de pústulas;
adentro del estruendo,
hundido en el abismo,
en una pira enorme
de expiación,
de exterminio.
Allí,
en lo profundo,
debajo de la tierra.

·············


INVITACIÓN AL VÓMITO, (de Persuasión de los días).

Cúbrete el rostro
y llora.
Vomita.
¡Sí!
Vomita,
largos trozos de vidrio,
amargos alfileres,
turbios gritos de espanto,
vocablos carcomidos;
sobre este purulento desborde de inocencia,
ante esta nauseabunda iniquidad sin cauce,
y esta castrada y fétida sumisión cultivada
en flatulentos caldos de terror y de ayuno.

Cúbrete el rostro
y llora...
pero no te contengas.
Vomita.
¡Sí!
Vomita,
antes esta paranoica estupidez macabra,
sobre este delirante cretinismo estentóreo
y esta senil orgía de egoísmo prostático:
lacios coágulos de asco,
macerada impotencia,
rancios jugos de hastío,
trozos de amarga espera...
horas entrecortadas por relinchos de angustia.

·············

DERRUMBE, (de Nocturnos).

Me derrumbé,
caía
entre astillas y huesos,
entre llantos de arena
y aguaceros de vidrio,
cuando oí
que gritaban:
"¡Abajo!"
"¡Más abajo!"
y seguía cayendo,
dando vueltas
y vueltas,
entre ásperas cenizas
y gritos mutilados,
"¡Abajo!"
"¡Más abajo!"
en espiral,
rodando,
envuelto en lo derruido,
en turbios remolinos
de trozos y fragmentos,
de esquirlas,
de gemidos,
"¡Abajo!"
"¡Más abajo!"
entre escombros y ruinas
ululantes,
informes,
a través de la asfixia,
del horror, del misterio,
más allá del aliento,
de la luz,
del recuerdo.

·············



NOTA 1: Tomado de "Obras" de Oliverio Girondo.
Editorial Losada. Buenos Aires, 1991 (Tercera edición).

NOTA 2: El dibujo que ilustra esta página pertenece al mismo Girondo y es tapa de la obra aquí citada.

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