Tenía 46 años y padecía de Cáncer de hígado --también convivía con el VIH/Sida--. Transgresor para muchos, genial para muchos otros: un artista talentoso, sin dudas. Yo lo conocí cuando ya era famoso: un sábado por la tarde descubrí su versatilidad tras la voz, de incofundible acento cubano, de Milagros López, esa ya mayor mujer cubana que conducía un programa radial, La vereda tropical, mediante el que Peña hacía un despliege delicioso de sabiduría --en lo humano-- y un conocimiento acabado del mundo del bolero y de los músicos que le dieron vida y crearon el mito de esas décadas doradas de las divas centroamericanas, de palmeras, ron, cigarrillos americanos y las noches perfumadas de las veredas tropicales: con los boleros como el alma de esos dulces paisajes.
Por esas horas de deliciosa, cálida, y encantadora compañía de Milagros López es que le digo gracias: ¡Muchas gracias, Fernando Peña, muchas gracias!
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