viernes, 20 de febrero de 2009

"El que te jedi" otra vez en la ciudad de la que nunca se despidió.

Al "que te jedi" también podemos llamarlo simplemente "el fulano" o "el fulanito", incluso "el coso ése": podemos inferir que a él le gustaría porque, desde a lejana ciudad atravesada por el Sena, se pensaba como un vecino más de esta ciudad.
El fuano es alto, tiene ya casi setenta años y un montón de pelo; las manchas en su mano le sientan bien y el anteojo no le desentona y usa una barba bastante tupida.
El coso ése lleva camisa blanca, liviana y la manga levantada, podemos imaginar que es verano.
El que te jedi está en la gran ciudad a la que llamó "de corte europeo": Llegó días atrás para ver y vivir el clima efervescente de la flamante Democracia.
El fulano ha dicho, en un reciente reportaje de un joven Martín Caparrós, "...Lo que extraño de esta ciudad es mucho...pero uno llega y rápido ve que las veredas están rotas como siempre y que se sigue oliendo el aroma de los jazmines y el olor cosmopólita de la comida...en París hay demasiado olores a harina y sopa con hongos y en Madrid hay demasiado olores a fritanga de pescado".
El fulanito ha vuelto a la ciudad después de 10 años sin poder hacerlo: desde el 73, en el que fuera puesto en las listas negras de la Triple A; fue entonces que allí, donde se radicó en el 51, "porque se me dio la gana", se sintió por pimera vez un "exiliado", (la experiencia de los exiliados políticos latinoamericanos en el viejo mundo la recreó en esa novela que él tituló Libro de Manuel).
Eran los días que terminan un año y comienzan otro: pasajes del 83 al 84.
La ciudad es Buenos Aires: ¡cómo no reconocer el Ford Falcon y el amarillo y negro Siam Di Tella, que va detrás buscando pasajeros! La calle es San Martín: pueden ver el cartel de la famosa tienda Harrods, que también tenía entrada por la peatonal Florida.
"El que te jedi" es el enorme Julio Cortázar.
Dijimos que él nunca se despidió de esta ciudad y así lo imagino yo: Un Ángel que cada tanto visita Buenos Aires sólo para comprobar que la ciudad sigue siendo eso: Un manojo de evocaciones que sellaron su alma de niño corriendo por las veredas "siempre rotas" y aspirando "el aroma de los jazmines".
Así lo imagino yo y él sigue siendo nuestro querido Julio.

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