
mientras nosotros esperamos por la nieve,
para festejarla con una alegría
desconcida en el corazón
para reír y sorprendernos como niños
al darnos cuenta de esa risa porque sí
para llamar a las amigas y hablar de la nieve
y para retratarnos con los copos
que nos caen sobre los hombros
para extender las manos y abrirlas
para sentir en ella su frío único
para proponernos ser mejores
para vislumbrar un cuadro posible
del Paraíso
para decir te amo a la mujer que nos quita el sueño,
atrae nuestra mirada y llama a acariciarle la cara
Los porteños y los que caminamos sus calles
esperamos el milagro de la nieve
para sorprendernos como niños y reír porque sí.
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