lunes, 11 de abril de 2011

Cielos de Abril...



CIELOS DE ABRIL...

Ah, como una música os desplegáis,
o sonreís, o cambiáis, o morís entre
la lejanía de los vapores bajos.
Cielos, sois mi música. No sois todavía
el pensamiento ni la alta serenidad.
Cambiáis en movimientos de una armonía encantadora,
aunque son los acordes suaves los que más os gustan:
matices de celeste, como cantan o suspiran,
o se doblan ahondados en la minuciosa mirada del agua.
Cielos, sois una música, y no estaba atento a vuestra llegada,
pero os hicistéis oír como en la sombra angustiada de la noche,
en la angustia esperanzada del día que ha de alzarse
en vuelo seguro detrás del bosque,
se oye un canto que se afirma y llena de pronto toda la sombra.
pero, no! Vuestra música llena la misma luz con su dulzura ondulante,
la luz viva y real, lleno de milagros y de luchas,
de misterios apasionados,
que componen también una sinfonía,
nuestra sinfonía, llena de nobleza y de dignidad,
porque se abre sobre la riqueza ilimitada de la creación humana,
sobre el rico jardín de los destinos futuros,
libres al fin o fieles a su rito,
a su íntima medida, musical y sagrada.

JUAN L. ORTIZ

De, En el aura del sauce.

Juan L. Ortiz. Obras Completas.
Universidad Nacional del Litoral. Santa Fe. 2005.

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