domingo, 8 de mayo de 2011

JACOBO FIJMAN. Tres poemas.



MASCARAS

Sangró mi corazón como una estrella
crucificada.
Dolor;
del sándalo purísimo del sueño
trabajaron la balsa de mi vida.

Amor
hízome calles de esperanza
que oprimieron tus manos de alegría.

Sus máscaras de aromas pusiéronme los astros
en las músicas negran que miran lentamente
mi soledad de túnel olvidado.

Y todavía el muelle
de mi ser bosteza;

yerra mi angustia
dando vueltas y medias-vueltas
como barricas.

Hasta que al fin, se romperá algún día
mi corazón como un ladrillo.

¡Sus máscaras de aromas me prenderán los astros!


TARDE VIOLENTA

Cae de bruces un silencio frío
en el ocio violeta de la tarde.
¡Perplejas añoranzas!

Se retuercen las paredes de mi estancia.
Ronronean las luces como gatos.
El caserío soñoliento
engrisa las campanas.

El viento tiene los pies desnudos.

Se ensordece la tarde
arrastrándose, lentamente.

¡Perplejas añoranzas!

De reojo me miran los sarcasmos.


CANTO DEL CISNE

Demencia:
el camino más alto y más desierto.

Oficios de las máscaras absurdas; pero tan humanas.
Roncan los extravíos;
tosen las muecas
y descargan sus golpes
afónicas lamentaciones.

Semblantes inflamados;
dilatación vidriosa de los ojos
en el camino más alto y más desierto.

Se erizan los cabellos del espanto.

La mucha luz alaba su inocencia.

El patio del hospicio es como un banco
a lo largo del muro.

Cuerdas de los silencios más eternos.

Me hago la señal de la cruz a pesar de ser judío.

¿A quién llamar?
¿A quién llamar desde el camino
tan alto y tan desierto?

Se acerca Dios en pilchas de loquero,
y ahorca mi gañote
con sus enormes manos sarmentosas;
y mi canto se enrosca en el desierto.

¡Piedad!



Tomado de, JACOBO FIJMAN, OBRA POETICA 1: Molino rojo/ Hecho de estampas.
Editorial Leviatán. Colección Poesía Mayor. Buenos Aires, 1998.

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